Como se intuía, el desenlace de la reflexión de
Torres-Dulce, el Fiscal General del Estado, sobre su futuro, anunciada por él
mismo, ha sido su dimisión del cargo. Y, como se esperaba, tras la confirmación
de dicha dimisión, se ha desatado un revuelo político, otro más, bien
alimentado en uno u otro sentido por tertulianos de piñón fijo quienes casi no
tienen reparos en incurrir en incoherencias manifiestas, pues algunos, que
califican ahora al dimisionario fiscal como paradigma de independencia, en el
momento de su nombramiento lo tildaron como obediente y sumiso a las
directrices del gobierno que le nombró (tal como establece la ley), es decir de
Mariano Rajoy. Como ambas cosas carecen de sentido, salvo que Torres-Dulce haya
sufrido una metamorfosis mastodóntica (ya casi habitual en los últimos fiscales
nombrados por los distintos gobiernos anteriores), que cada cual saque sus
propias conclusiones sobre esta dimisión, aunque la mejor de ellas sería, a mi
juicio, mayor atención a los criterios objetivos del nombramiento para
desvincularlo de la exclusiva decisión del Gobierno, sea el que sea. En fin,
que Torres-Dulce se va, según él, “por razones personales” (para muchos la
fórmula estética al uso) y, según buena parte de la oposición, por presiones y
tras un prolongado acoso del Gobierno, cuyo Presidente, el señor Rajoy,
desmiente rotundamente. Lo cierto es que el Fiscal General deja su cargo sin
esperar a que los jueces imputen a Mas y a pocos días de que se reúna el TSJ de
Catalunya al efecto. La falta de sintonía con el Gobierno culmina así con la
marcha del Fiscal, para cuya sustitución el Gobierno propone ahora a Consuelo
Madrigal, de claro perfil técnico y que votó a favor de la querella contra Mas,
la cual será la primera mujer a cargo de la Fiscalía General, justo en un año
marcado por importantes procesos. Entretanto, toda la oposición se hace eco ... (sigue leyendo en Blog Mi punto de vista, http://jorgecremades.blogspot.com.es/)
No hay comentarios:
Publicar un comentario