Supongo que uno de los más importantes
objetivos de los gobernantes debe ser la transparencia en sus actuaciones, en
definitiva, tener las cuentas claras de su gestión para que los ciudadanos
puedan confiar en ellos. Las cuentas claras no sólo a la hora de presentar
balance económico de ingresos y gastos del dinero público que se ha puesto en
sus manos (es decir, cuadrar las cuentas), sino también a la hora de explicar
el cómo, el dónde, el cuándo y el por qué se gestionó así y no de otra forma.
En definitiva, si en todo momento su actuación estuvo acorde con los principios
de necesidad, prioridad, objetividad e imparcialidad que debe siempre regir el
uso, que no el abuso, del erario público. Y, por supuesto, las cuentas claras,
y muy claras, en todo lo que concierne a sus sueldos por la gestión política
que tienen encomendada, a sus obligaciones tributarias, a sus patrimonios e
incompatibilidades, así como las de sus familiares más cercanos y amigos,
socios o compañeros, siempre que tengan que ver con la “cosa pública” que ellos
gestionan. Pero, suponiendo todo lo anterior, me temo que, en la práctica,
sucede todo lo contrario. Por no extenderme en múltiples ejemplos que lo
avalarían, me referiré a los últimos que se acaban de publicar. Por lo visto,
la Junta de Andalucía dio a los autónomos decenas y decenas de millones (según
unos, 115 millones; según otros, 138) sin justificar y, por tanto, sin control
alguno, revelando la Cámara de Cuentas que el 42% de las ayudas otorgadas en el
periodo 2007-2010 no se justificaron… pero lo curioso es que la Consejería de
Economía, que no lo desmiente, alega que se hizo por “voluntarismo” en la lucha
contra la crisis (sin comentarios). Por su parte... (sigue leyendo en Blog Mi punto de vista, http://jorgecremades.blogspot.com.es/)
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