Aunque muchos ahora se rasguen las
vestiduras, el caos político griego se veía venir desde hace tiempo y, al
final, ha llegado. La incapacidad de elegir presidente, porque así lo quisieron
los griegos en sus últimas elecciones eligiendo un parlamento inestable
políticamente, obliga ahora a convocar comicios anticipados. Nada alarmante, de
momento, pues es normal en democracia que, cuando un parlamento no garantiza la
gobernabilidad del Estado, prioridad esencial para cualquier demócrata, sea el
pueblo quien de nuevo manifieste su voluntad política a través de nuevos
comicios. Lo alarmante por lo tanto no está en la convocatoria electoral para
el próximo 25 de enero, está en que, según las encuestas, el previsible
vencedor es Syriza (para algunos el Podemos griego), un partido antisistema y
antieuropeo de extrema izquierda que, obviamente, genera temor en Europa y
preocupación en los partidos democráticos clásicos europeos que, obviamente,
ven amenazado su protagonismo gubernamental alternativo (izquierda-derecha
moderadas) en la inmensa mayoría de los Estados de Europa desde que finalizara
la Segunda Guerra Mundial, propiciada, precisamente desde la democracia, por
opciones extremistas vencedoras, como el nazismo alemán. Por tanto, es lógico
que todo el sistema europeo y sus instituciones reaccionen ante opciones que
precisamente pretenden socavar los pilares del edificio que, para bien o para
mal (júzguenlo ustedes), han ido consolidando desde hace ya decenas y decenas
de años. Así, por más que algunos lo consideren como amenazas, es normal que el
FMI suspenda las ayudas a Grecia hasta que haya un nuevo acuerdo de
gobernabilidad, que desde ... (sigue leyendo en Blog Mi punto de vista, http://jorgecremades.blogspot.com.es/)
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