La inédita carta de
Pedro Sánchez, impensable en cualquier otro Estado democrático, da paso a una
catarsis socialista suscitando todo tipo de emociones sobre el líder, mientras
los ciudadanos andamos a la espera de conocer el resultado de sus íntimas reflexiones
que nos ha prometido desvelar mañana lunes y, entretanto, obviamente, suceden
todo tipo de especulaciones sobre las razones verdaderas de tan insólito
proceder de nuestro Presidente de Gobierno, pues no se entiende su insólita
reacción a la denuncia interpuesta por Manos Limpias contra su esposa, reacción
impropia de cualquier dirigente político y más aún si se trata de un dirigente
político acostumbrado a moverse en el fango del que habla con rotunda agilidad,
por más que en el plano personal todos podamos entender sus sentimientos, como
nos sucede o debiera sucedernos con otros u otras dirigentes (o “dirigentes”)
que, por supuesto, no reaccionan así ante los presuntos acosos que reciben
incluso de parte del propio Sánchez y su partido. Sánchez es libre y tiene todo
el derecho a dimitir o quedarse, pero es discutible que tenga derecho a someter
a los españoles a esta incertidumbre, que no pocos consideran se debe a una
estrategia para ocultar algo y desviar la atención sobre el berenjenal en que
él solito se ha metido, apoyado por su guardia pretoriana, con sus insólitos
“cambios de opinión” sobre asuntos de gran importancia, obligado por sus
impresentables socios de gobierno o sostenedores del mismo por meros intereses
personales, aunque ahora se unan a esa catarsis cerrando filas con él para,
acto seguido, seguir estrujándole, como acaba de hacer Puigdemont, quien,
conseguida su auto-amnistía impresentable, ya le exige el traspaso de los
impuestos a cambio de apoyar los Presupuestos Generales del Estado. Así las
cosas, el catártico PSOE de Sánchez llama a la movilización general para que su
líder no dimita y salve a los españoles y, al efecto, organiza una
concentración en Ferraz fletando autobuses para apoyar a su pintoresco
Secretario General, en tanto que su núcleo más duro tiene claro que la
respuesta del líder mañana será que “se queda”, mientras una segunda denuncia
contra Begoña Gómez envía un informe más completo al juez y mientras el fiscal
pide el archivo del caso. Un PSOE desesperado que se cita para aclamar a su
Jefe mientras los jefes territoriales y las bases se movilizan para acudir en
masa a Ferraz y ver en directo el Comité Federal (órgano máximo del partido
entre congresos que en su día Sánchez despreció), mientras Sánchez, aparcando
su agenda en plena campaña electoral en Cataluña, reflexiona y nos dice por
carta a los ciudadanos “me urge responder a la pregunta de si merece la pena,
si debo continuar” como Presidente del Gobierno, amagando con dimitir y con
ello sumiendo a la ciudadanía en la incertidumbre, pues el problema no es si al
presidente le merece la pena dimitir o no (si quiere dimitir que dimita, y
punto), sino que deje bien claro si este patético gobierno, secuestrado por las
minorías secesionista de izquierdas y derechas, puede seguir gobernando España
o desgobernándola por más tiempo, que es lo que Sánchez debe preguntarse en
serio, en vez de buscar una serie de adhesiones a la desesperada y declararse
“víctima de la coalición derechista y ultraderechista” (siempre el mismo
mantra) que “no tolera la realidad de España”, cuando en realidad es víctima de
sus propios socios de investidura, que son quienes no toleran esa realidad de
España de la que habla Sánchez, es decir, de la España diseñada por amplísimo
consenso de los españoles en la vigente Constitución Española.
En definitiva, Sánchez pone a España
en interinidad para victimizarse públicamente desencadenando una crisis
política insólita al someter a la Presidencia del Gobierno a una reflexión y
atribuye la investigación a su mujer a una “estrategia de acoso
ultraderechista” y acusa a Feijóo de ser “partícipe”, mientras el PP da pasos
para convocarle en el Senado si no renuncia. Y habla de estrategias olvidando
la similitud con otras que especialmente sufren otros gobernantes, como Díaz
Ayuso y sus familiares en Madrid, acusados de todo tipo de maldades, o como el
propio Feijóo, ridiculizado a carcajadas por Sánchez en el debate de
investidura (insólito en democracia), cuya mujer, al igual que la de Sánchez,
fue acusada en el Congreso por la propia ministra Montero de presuntos delitos
aparecidos en medios de comunicación, que desmintieron lo publicado por ser
falso, mientras Sánchez aplaudía a su ministra, quien, ante la respuesta del
líder del PP gritaba amenazante y casi histérica “¡y ahí mucho más!”, cuando no
había absolutamente nada. La diferencia es que los contrincantes de Sánchez no
dimiten ante esa supuesta estrategia de acoso de la que habla el Presidente,
que, en este caso, desde luego no sería de parte de la “ultraderecha”, por lo
que, al menos cabe preguntarse que si no es de la ultraderecha, ¿de qué “ultra”
estaremos hablando? Ante todo esto el PP pide a Sánchez que dé una explicación
sobre los escándalos que rodean al PSOE, a su Gobierno y a su pareja (caso
Koldo, caso Delcy, caso Begoña Gómez, caso Pegassus….) pues considera que su
problema no es sólo político sino sobre todo judicial, y que la anunciada
“rueda de prensa del lunes no es más que un acto de campaña electoral” y denuncia
“que opte por la victimización y no por rendir cuentas”, mientras,
curiosamente, Puigdemont le insta a que se someta a una cuestión de confianza
para “despejar dudas”.
Lo que es meridianamente claro es
que con su insólita decisión Sánchez ha eclipsado a Puigdemont en el inicio de
campaña electoral catalana, a la que, estando ausente el Presidente, envía como
sustituto a Zapatero (otro que tal baila), con lo que queda marcada por la
política nacional, mientras la maniobra de Sánchez descoloca a las instituciones
europeas, cuando su imagen ya se había visto deteriorada en Bruselas por su
brusca gestión del reconocimiento de Palestina. Y mientras el PSOE agita el
miedo a una dimisión y su bloque se agrieta al respeto, aunque intenta
movilizarse para que Sánchez siga (asunto que muchos dan por hecho), Feijóo,
por si acaso, prepara al PP para cualquier escenario y dice “estamos listos”,
le reprocha que “no puede gobernar por adhesión y pretende hacerlo por
compasión” y le acusa de “bochorno internacional” para España y de “secuestrar”
el país como “estrategia electoral” ante las catalanas. Por su parte los socios
de Sánchez reivindican la vigencia de la coalición gubernamental aunque
consideran que “todo está abierto…pero el Gobierno tiene mucho que hacer”,
difieren sobre una moción de confianza y critican el “tactismo” alertando del
“daño al sistema político”, en tanto que el equipo de Sánchez agita por SMS la
movilización “frente al odio” y la “jauría extremista” (bonita forma de alentar
la moderación). Entretanto TVE permite a una activista pedir a Sánchez la
“intervención” de medios de comunicación, pues la presentadora Silvia
Intxaurrondo afirma que hay webs que “publican trolas del tamaño de una
catedral” sobre Begoña Gómez (no sobre otras personas, por lo visto), y
asociaciones de jueces denuncian que se insinúe que “no pueden investigar a
determinadas personas” y dicen a Sánchez y su mujer que “no están al margen de
la ley”, mientras Podemos y Sumar instan a tomar el CGPJ y mientras periodistas
afines al PSOE sanchista acusan de golpistas a magistrado y medios. A todo este
embrollo político se une la presidenta extremeña, María Guardiola, quien
entiende “que el Presidente ponga en duda el sistema judicial es el principio del fin de la democracia” y le pide
“que dimita si quiere, pero que no haga un serial”, lamentando que la
legislatura “avance a oscuras por los caminos de la insolidaridad y el
secesionismo”…..mientras Illa, en plena catarsis por Sánchez, dice en el mitin
de inicio de campaña, que “hasta la muerte con él” y llega a llamar a la
“resistencia”. Es la patética realidad española, en la que, según NCReport, el
59´5% de españoles considera que Sánchez debería dimitir, el 62´4% defiende
nuevas elecciones y el 55´6% de votantes socialistas cree que el amago de cese
lastra la imagen de España.
El broche final de esta catarsis
colectiva socialista lo pone el Comité Federal del PSOE (que ahora sí le vale a
Sánchez y no cuando se lo pasó por el arco del triunfo para imponer el modelo
sanchista) trasmitido en directo ante
varios miles de personas en la calle Ferraz (debidamente trasladados en
autobuses como en los mejores tiempos del franquismo) suplicándole a un ausente
Sánchez “¡quédate, que merece la pena!” y desencadenando una especie de éxtasis
colectivo de idolatría ciega al Jefe, más típico de Corea del Norte o de
Venezuela que de la España democrática, con la ministra Montero, casi en
trance, como protagonista saludando a las masas acompañada de la cúpula
dirigente del partido, menos del amado Jefe que reflexionaba sobre su futuro
inmediato (y por tanto el de España) a la espera de conocer su casi divina
decisión con la que obsequiará a los pobres mortales dentro de unas horas. Una
catarsis impropia de regímenes democráticos desarrollados para idolatrar al
líder, dejar claro quiénes son los buenos y los malos, y atacar al principal
partido de la oposición, que curiosamente fue el más votado en las elecciones.
Ante semejante espectáculo, Feijóo dice que “estamos ante un tic autoritario
que no veíamos desde Franco”, acusa a Sánchez de “dimitir de la democracia” y
pide a los ciudadanos “que no se dejen engañar”, mientras Cuca Gamarra añade
que “Sánchez se victimiza y no responde
a la corrupción”, que los socialistas “no pueden convertir un problema personal
de Sánchez en un problema de los españoles” y vaticina que “Illa cederá la
Generalitat a los independentistas para que Sánchez siga en el poder”. Y
entretanto, un Gobierno, secuestrado por las minorías secesionistas, y
paralizado que no ha podido aprobar una ley en más de un año.
Entretanto la filtración de datos
sobre el novio de Ayuso parte en dos la cúpula fiscal, ya que 15 miembros de la
Junta de Fiscales respaldan investigarlo frente a la “número dos” del Fiscal
General, y otros 16 fiscales, la mayoría designados por Ortiz y Delgado, apoyan
rechazar la querella de Alberto González, mientras un juez dice en un auto que la Fiscalía difundió
datos reservados y perjudicó al novio de Ayuso pues “es evidente que ahora se
enfrenta en peores condiciones a un proceso judicial”.
Por lo que respecta a otros asuntos
cabe citar que Teresa Ribera será candidata del PSOE en las elecciones
europeas; que son procesados cuatro exjefes de ETA por el asesinato de Miguel
Ángel Blanco; que la AIReF constata que sólo el 24% de los fondos UE ha
impactado en el PIB; que los españoles pagaron 271.935 millones a Hacienda en
2023, un 6´4% y 16-500 millones más, con lo que el Estado se lleva el 40´2% del
sueldo, más que Noruega, Dinamarca o Países Bajos; que España enviará una
partida de misiles Patriot a Ucrania; que la segunda convocatoria de los MIR de
Familia vuelve a pinchar con 246 vacantes, mientras el uso de la sanidad
privada se dispara un 14% en un año por la crisis de la sanidad pública; que el
Gobierno improvisa una “comisión de supervisión” y mantiene a Rocha en la RFEF proclamándole
como presidente pese a estar imputado; y que el mercado laboral sufre un
deterioro en el primer trimestre del año y la EPA revela un incremento del paro
superior al habitual, pues el mercado laboral destruye tres contratos a tiempo
completo por cada alta de empleo parcial…en definitiva, según la EPA, España
pierde 140.000 ocupados en dicho trimestre, la peor cifra desde 2014 salvo el
año de la pandemia.
Fdo. Jorge Cremades Sena