En un país como el nuestro, con una Monarquía
Parlamentaria en la que el Jefe del Estado, es decir, el Rey, que reina pero no
gobierna, carece obviamente de todo tipo de competencias ejecutivas y
legislativas, limitándose su figura, que no es poco, a simbolizar la unidad del
País y su permanencia, a arbitrar y moderar el funcionamiento regular de las
instituciones y a representar al Reino de España, amén de las funciones que le
atribuyan expresamente la Constitución y las leyes, así como su condición de
comandante en jefe de las FFAA y, como tal, capitán general de los Ejércitos,
el objetivo del actual Jefe del Estado, es decir, de Felipe VI, es bien simple
y, a la vez, bien complejo, tal como, acertadamente, él mismo lo acaba de
expresar tras seis meses de reinado: “Quiero que los españoles se sientan
orgullosos de su Rey”. Esa es, sin duda, la mayor aspiración que puede tener,
y, más aún, tras el deterioro que la Corona sufrió durante los últimos años del
reinado de su padre, al extremo de que en mayor o menor medida empañaron todos
sus éxitos anteriores y, muy especialmente, durante la transición y
consolidación de la Democracia, aunque algunos quieran hoy injustamente olvidarlo.
Pues bien, si hacemos caso a las encuestas, como sucede para otros asuntos,
según la de NCReport, Felipe VI supera ya en valoración a Don Juan Carlos; el
72´7% de los españoles (entre ellos el 66´4% de los jóvenes) califica su, hasta
ahora breve reinado, de forma positiva, mientras que el 64´1% le pide al
Monarca un papel más activo en política, asunto éste que, teniendo en cuenta
sus... (sigue leyendo en Blog Mi punto de vista, http://jorgecremades.blogspot.com.es/)
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