Además de la Lotería de Navidad que, como
todos los años, toca con su varita mágica a unos pocos y deja al resto
resignados, “otra vez será”, la imputación de la Infanta y el visto bueno a la
investigación de Artur Mas son las dos noticias que acaparan la atención
mediática sin lugar a dudas. El juez Castro decide definitivamente sentar en el
banquillo a la Infanta Cristina, mientras el TSJC decide admitir a trámite
todas las querellas contra Artur Mas. Quienes por activa y por pasiva se han
dedicado a despotricar contra la Justicia en el sentido de que los tribunales
no se atreverían a seguir adelante contra semejantes personajes por su especial
relevancia político-social, han quedado en evidencia y debieran disculparse
ahora ante la opinión pública por sus peregrinas especulaciones. De un lado, la
Infanta Cristina se enfrenta a dos delitos como colaboradora necesaria de
Urdangarín, su marido; de otro lado, el President Mas, junto a dos altos cargos
de la Generalitat de Catalunya, será investigado judicialmente por
desobediencia al TC en el 9-N. Como debe ser, en ambos casos, y si en alguno de
ellos o en los dos se hubiera decidido lo contrario, sería igualmente como debe
ser, pues, en definitiva, son los tribunales quienes han de tomar la decisión
que puede ser criticable a posteriori, pero especular a priori no ya sobre los
procedimientos, sino sobre la intencionalidad de jueces, fiscales y magistrados,
como se ha hecho, me parece totalmente inadmisible. Ahora, detrás de cada uno
de dichos asuntos queda toda una polémica jurídica, mediática, política y
social, que será difícil de digerir, teniendo en cuenta que en este país
conducirse irresponsablemente sale muy barato y los daños ocasionados por ello
no suelen repararse. Ahora, una vez más, sólo queda, ... (sigue leyendo en Blog Mi punto de vista, http://jorgecremades.blogspot.com.es/)
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