No extraña que la
polémica desatada por la destitución de Antonio Miguel Carmona como portavoz
socialista en el Ayuntamiento de Madrid haya sido “trending topic” en las redes
sociales, ni extraña que gran parte de los mensajes haya acusado a la nueva
Secretaria General de la FSM, Sara Hernández, y a su valedor, el Secretario
General del PSOE Pedro Sánchez, de romper y dividir al partido, pues su
actuación al respecto no ha podido ser peor, siendo imposible superar tan
pésimo proceder. Y, consecuencia lógica de tamaña torpeza, por no decir
incompetencia, Carmona, un personaje mediático donde los haya, preso de una
gran frustración, desvela todas las miserias internas del PSOE, especialmente
las de la Federación Madrileña, empeorando más aún, si cabe, la imagen pública
de un partido que desgraciadamente hace aguas por todas partes desde hace
demasiado tiempo. Carmona no se explica, y con razón, que, siguiendo al dictado
las directrices de Pedro Sánchez (seguramente fue su inicial error), ahora sea
cesado de forma fulminante, afirmando que
“el grupo municipal socialista ha trabajado en este tiempo como una
roca, de forma unida y sensata” y añadiendo “siempre he respetado las
decisiones de la ejecutiva federal de mi partido y lo seguiré haciendo; he
cumplido las órdenes federales que se me han dado: votar a favor de la
investidura de Ahora Madrid, no participar en el Gobierno y ser discreto
respecto a determinados asuntos”. Pero lo que Carmona no tolera, y eso le
honra, es el intento de Sara Hernández de comprar su silencio ante su
injustificable cese en la portavocía municipal proponiéndole como recompensa
ser Senador, a lo que ha contestado tajante “yo no tengo precio”, lo que, en
estos tiempos de deshonestidad política casi generalizada, es un valor a tener
en cuenta de cara al futuro, pues él mismo añade que “en algunos pesará la
responsabilidad de la ruptura interna del partido”, que no le “van a callar”,
que “no dará ni un paso atrás” en su idea de seguir siendo concejal porque “los
madrileños lo han elegido”, y, de cara al... (sigue leyendo en
Blog Ojo crítico, http://jcremadesena.blogspot.com.es/)
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