Comparece en el Congreso
el Ministro de Interior, Fernández Díaz, y, según el guion previsto, se
desarrolla la sesión sin sorpresa alguna. El Ministro esgrime las amenazas a
Rato para justificar su reunión y, como era de esperar, la oposición no le cree
y mayoritariamente le pide la dimisión, mientras que Rajoy considera que dio
explicaciones “rápidas e inmediatas” sobre el asunto. Estaba cantado pues
semejante desenlace si tenemos en cuenta de que incluso antes de la
comparecencia y, por lo tanto, antes de conocer los argumentos, verosímiles o
no, del Ministro, el PSOE, como principal partido de la oposición, ya había
acudido a Fiscalía para acusarle de prevaricación y de revelación de secretos,
mientras Fernández Díaz por su parte estudiaba denunciar a los socialistas que,
según algunas informaciones, no aportaban la más mínima prueba para justificar
semejantes presuntos delitos cometidos por el titular de Interior. En todo caso
hemos sabido que Fernández Díaz tomó la decisión de recibir a Rato sin consulta
previa a Rajoy, a quien informó por propia iniciativa tras saltar la noticia a
los medios de comunicación, que Rato le reveló las amenazas de muerte que
recibieron por carta y por teléfono tanto él como su hijo y que el Ministro no
es la primera vez que trata con imputados, también de otros partidos, sobre su
seguridad ya que es asunto de su competencia, lo que no ocurre con su situación
procesal, por lo que, según Fernández, para nada fue el motivo de tan polémica
recepción en el Ministerio. A partir de aquí, salvo pruebas en contra, la
palabra del Ministro frente a la de los distintos líderes de los demás partidos
que, por pura lógica, será considerar sus explicaciones como “bochornosas”. Es
lo que haría el propio PP en caso de estar en la oposición si cualquier
ministro del Gobierno de turno le ofreciera en bandeja tamaña torpeza política,
como mínimo, como la que les ha ofrecido el actual Ministro de Interior. Y ya
sabemos que, generalmente, este tipo de comparecencias, con premeditadas
conclusiones suelen aportar poca luz a los hechos discutidos y discutibles,
pues lo que realmente importa es... (sigue leyendo en
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