Con la frase “no me
opongo a reformar la Constitución” ante el mismísimo Rey, Mariano Rajoy, como Presidente
del Gobierno y, hoy por hoy, del principal partido político en España, abre la
puerta a una reforma constitucional en la próxima legislatura que, por cierto,
de una u otra forma, casi la totalidad del resto de partidos solicita y
entiende como necesaria. Por tanto, en principio, la reforma de la Constitución
está cada vez más cerca, aunque, de entrada, Rajoy expone el requisito básico
para llevarla a feliz término, pues dichos cambios habrán de hacerse por amplio
“consenso”, ya que se trata de mejorar el marco legal en beneficio de todos los
españoles, depositarios de la soberanía. Ya apunta el Presidente que la
supuesta reforma “no contentará a los independentistas” y habrá de hacerse “con
el consenso de una gran mayoría de los partidos”. Es más, apuntando por dónde
han de ir dichos supuestos cambios, también insinúa que afectarían al polémico
y cogido con pinzas Título VIII, que, como saben, alude al diseño territorial
del Estado, teniendo en cuenta, en todo caso, que para nada “dejará satisfechos
a los independentistas”, cuyo objetivo, por pura lógica, no es mejorar el
Estado sino destruirlo. Dicho lo anterior, ahora empieza pues lo difícil, como
es ponerse de acuerdo en qué tipos de cambios constitucionales hay que hacer ya
que los modelos que pretenden imponer los diferentes partidos nada tienen que
ver unos con otros y, obviamente, lo irracional e inaceptable sería que una exigua
mayoría (como pretende imponer Mas para proclamar la independencia de Cataluña,
en caso de que fuera legal hacerlo) impusiera a los demás un determinado marco
legal contra su voluntad, tal como, lamentablemente, ha sucedido a lo largo de
toda la historia constitucional española (excepto con la actual Constitución)
en que sistemáticamente media España se dotaba de marcos legales, no en
beneficio de todos, sino para someter a la otra mitad de españoles… ¡Y así nos
fue hasta la Transición! En todo caso, y no me cansaré de repetirlo, se hagan
los... (sigue leyendo en
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