domingo, 16 de agosto de 2015

A MÁS PODER, MÁS IMPOTENCIA


                        Se confunde Ada Colau cuando afirma “aparentemente tengo más poder que nunca y en cierto sentido me siento más impotente” ya que, no aparentemente sino realmente, tiene más poder que nunca como alcaldesa de Barcelona y, por tanto, más capacidad o potencia para resolver asuntos de su competencia. Cuestión distinta es que se sienta frustrada al constatar que en democracia el poder no es absoluto ni arbitrario y, por tanto, no puede hacer lo que le venga en gana. Así pues, salvo que la alcaldesa esté pensando en otro modelo de gobierno y sólo exprese un lamento, su confusión original es equiparar impotencia con responsabilidad, lo que supone un verdadero avance desde su irresponsable trayectoria anterior como licenciada en escraches, movidas callejeras, insultos y todo tipo de improperios a quienes, como ella ahora, tenían la responsabilidad de gobernar. No se trata pues de a más poder, más impotencia, sino de a más poder, más responsabilidad, lo que, aunque prefiera decir (y ella sabrá por qué) que se siente más impotente en vez de más responsable, ella misma reconoce cuando justifica su imposibilidad de resolver y ayudar a los casos individuales, alegando que estaría ejerciendo “clientelismo o tráfico de influencias”. ¿Y no es lo que les sucedía a quienes ella exigía demagógicamente solucionar inmediatamente todos los problemas individuales y colectivos de todos y cada uno de los ciudadanos? Salvo que añadamos que aquellos lo hacían desde su maliciosa condición genético-política al ser la “casta” y ella lo hace desde su bondadosa condición al ser el “pueblo”, no hay diferencia en el resultado. Ya ven, tan sutiles diferencias hacen que las apariencias engañen, pero, en todo caso, bienvenida sea Ada Colau, aunque lo haga a regañadientes, al realismo político desde su anterior populismo demagógico. Para algunos, siempre quedará el contraste entre su profundo dolor y el inmenso placer de sus antecesores por no poder resolver, como ella cuenta, la miserable... (sigue leyendo en

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