Es obvio que en este mundo globalizado no ganamos para
sustos. La crisis económica china, que se veía venir, siembra el temor a un
frenazo en seco de toda la economía mundial, haciendo saltar las alarmas sobre
una crisis global de consecuencias imprevisibles. Las Bolsas se hunden en
cadena irremediablemente tras la caída de la Bolsa de Shanghái un 8´5%,
mientras París pierde un 5´4%, el Ibex español un 5% (su peor bajada en tres
años), Francfort un 4´6%, Londres un
4´3% y el Dow Jones estadounidense un 3´58%.... y, sin excepción alguna, por no
seguir dando datos, desde Japón, a las Bolsas de Australia, pasando por Malasia
o Singapur, todas han registrado retrocesos significativos. La economía china,
la segunda del mundo, es demasiado grande como para que cualquier crisis
económica en China no se deje sentir y repercuta en cualquier lugar del mundo,
el mercado chino es inmenso y cualquier recesión genera convulsiones
impredecibles. Por ello el temor a un frenazo económico mundial con las
pertinentes incidencias en los mercados de los distintos países no es
descabellado. De momento, el precio del petróleo se desploma a niveles de plena
recesión económica anterior y marca mínimos desde 2009, el euro se dispara y
las 300 mayores empresas europeas pierden nada menos que 450.000 millones en un
solo día, conocido ya como el “lunes negro”. Las dudas pues sobre la economía
china genera incertidumbres en los inversores, la desconfianza en que la
realidad pueda ser aún peor de lo que admite el gobierno chino genera incluso
temor y, en semejantes circunstancias, se genera además un caldo de cultivo
favorable para los especuladores, siendo complicado averiguar si los inversores
están reaccionando de forma exagerada o no. En todo caso, la brutal caída
bursátil china del “lunes negro” sigue la tendencia de la semana pasada que se
saldó finalmente con pérdidas del 11% y ya... (sigue leyendo en
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