Como era de esperar los
griegos, siguiendo las indicaciones de su
gobierno populista de Tsipras, dijo “no” a las propuestas del Eurogrupo
para sacar a Grecia del pozo sin fondo en el que se ha metido. Es difícil decir
“sí” a los sacrificios cuando tu propio gobierno, aunque no tenga debajo de la
manga ninguna solución, te insta a rechazarlos con la promesa además de que
ello es lo que le da fuerza para evitarlos de cara al futuro ya que refuerza su
capacidad negociadora con quienes, presentados como enemigos de Grecia, tienen
los medios para poner las soluciones.
Por ello, tras el referéndum, un eufórico Tsipras dice que “el triunfo
del no es un mandato para buscar el entendimiento”, cuando, en el fondo, se
trata de un rechazo a las ofertas de la UE. Y por ello el vicecanciller alemán,
en sintonía con quienes tienen que poner los euros y, por tanto, las
condiciones, manifiesta que “Tsipras ha
roto todos los puentes con Europa”, mientras Merkel y Holland piden una
cumbre extraordinaria de urgencia de la Eurozona para mañana mismo, y Rajoy
convoca hoy a los responsables económicos para analizar la situación creada
tras el referéndum griego. Al final con una Grecia arruinada, el BCE tendrá que
decidir de urgencia si mantiene o suspende la liquidez de los bancos griegos,
en tanto que el Gobierno de Syriza saca pecho, en medio de la ruina, porque un
61´3% de su pueblo le ha respaldado en su confuso “no”, mientras un 38´7% se ha
manifestado por el “sí” a las condiciones de negociación con la troika,
consiguiendo que el populismo, una vez más, desvíe al exterior el malestar
ciudadano de un país quebrado (las responsabilidades siempre son ajenas y los
culpables también). Tsipras felicita a su pueblo, casi hambriento, diciéndoles
“Habéis hecho una elección muy valiente” pero omite que con el valor,
simplemente, no se come, no se pagan las pensiones, ni a los funcionarios, ni,
en definitiva, se sostienen los gastos, que no quiere rebajar, de un país
deficitario que está obligado a comprar más de lo que vende y a gastar más de
lo que produce. Ahora pues empieza lo difícil ya que la UE tiene que dar una
respuesta a Grecia, lo que no es nada fácil tras el pulso suicida de Tsipras,
además no hay nada previsto sobre la salida de un país de la Eurozona, habría
que inventarlo; más aún cuando razones estratégico-políticas aconsejan la
permanencia de Grecia en la UE. Y sobre todo cuando la intransigencia del
gobierno griego complica cualquier solución amistosa que no despierte los
agravios comparativos con otros socios que, como Grecia, lo están pasando muy
mal… Se auguran, por tanto, tiempos difíciles para la UE, que tendrá que elegir
entre una dolorosa amputación actual o el riesgo de contagio de una enfermedad
(el nacionalismo) que puede llegar a ser incurable en un futuro no lejano. No
en vano junto a Tsipras, quienes se alegran del irresponsable referéndum son
los líderes de los partidos radicales y totalitarios, de los partidos antisistema,
como Le Pen en Francia o Pablo Iglesias
en España, quienes tienen...(sigue leyendo en
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