miércoles, 15 de julio de 2015

EL VOTO DEL MIEDO


                        No sé si, porque los líderes políticos consideran a los ciudadanos tontos de remate o porque, careciendo de argumentos más convincentes, son ellos quienes recurren a tonterías manifiestas, lo cierto es que, próximas unas elecciones, como es el caso, aparecen todo tipo de banales recursos, justo cuando la ciudadanía requiere sólidas razones, para convencerse de a quienes han de votar. Y uno de los recursos más recurrentes en semejante trance electoral es denunciar al contrario de usar el “voto del miedo”, cuando dicho recurso, utilizado por todos sin excepción (con mayor o menor base real), en vez de miedo causa risa o indiferencia en cualquier ciudadano que, desprovisto de orejeras, pretenda ver algo más allá de la miopía causada por una pertinaz militancia partidista con tendencia a la ceguera. En todo caso, al ser utilizado tan banal recurso por unos y otros, algo de positivo tendrá desde el punto de vista electoral, que no a la hora de favorecer un voto responsable. Sin embargo, si determinados hechos o circunstancias se presentan favorables para alertar a la ciudadanía del ejemplo a rechazar, lo estúpido es acusar a quienes lo ponen de relieve de usar el “voto del miedo” como estrategia electoral, tal como se empeñan algunos acusando al PP en el caso de Grecia. Que Rajoy utilice el fracaso de las políticas de Tsipras en Grecia para alejar a los ciudadanos de la tentación de votar a Podemos en España, es tan explicable y comprensible como el uso que hubiera hecho Pablo Iglesias de un hipotético triunfo de la política demagógico-populista de Syriza obligando a la UE a claudicar. Que a Tsipras se le haya visto el plumero en su  errática estrategia, es un balón de oxígeno para Rajoy en su argumentario electoral, como debiera serlo para el resto de líderes de los partidos de la oposición, excepto para quienes, homologados con Syriza, pretenden vender humo en la campaña. Desde la pedagogía política no es desdeñable que los partidos democráticos utilicen la imagen griega como el ejemplo a rechazar por activa y pasiva; una imagen vale más que mil palabras y la de Grecia, en la ruina más absoluta hundiéndose en un “corralito” inaceptable, con un claudicante Tsipras como presidente de Gobierno a la deriva y hundido en sus propias contradicciones frente a su propio pueblo y a las instituciones europeas, es lo que... (sigue leyendo en

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