jueves, 25 de junio de 2015

LA ENCRUCIJADA DE PEDRO SÁNCHEZ


                        Nada que objetar a la magistral puesta en escena del acto de presentación de Pedro Sánchez como candidato socialista a la Presidencia del Gobierno tras su proclamación por el PSOE sin primarias al no obtener ninguno de sus contrincantes los avales necesarios. Imagen de unidad en torno a un líder con todos los barones presentes, recientemente aupados a gobiernos autonómicos gracias a los pactos postelectorales, que no a sus éxitos en los comicios; imagen de hombre de Estado en torno a una gigantesca bandera española proyectada en el escenario, insólito en actos de partidos de izquierdas, como símbolo común de todos los españoles; e imagen de sensatez, prudencia y elegancia en un evento al estilo norteamericano (más propio de campañas de Jefatura de Estado que de Presidencia de Gobierno), con esposa incluida en el escenario y familia en lugar preferente, cuyos organizadores no han dejado al azar el más mínimo detalle ni en el vestir, ni en la gesticulación, ni en el mensaje, ni en la ambientación, obteniendo sin duda un sobresaliente alto por su trabajo. Gracias a ello, por un instante, hemos percibido, sin lugar a dudas, la imagen de un futuro Presidente de Gobierno (o incluso Jefe de Estado, ¿quién sabe?), que pone, como debe ser, la unidad de España, simbolizada en la bandera democráticamente establecida, y la legalidad democrática muy por encima de los legítimos intereses ideológicos para, según sus palabras, “liderar el cambio valiente y coherente” que España necesita; un “cambio moderado” frente a la realidad actual y frente al cambio radical que ofrecen algunas de las fuerzas emergentes, como Podemos, electoralmente pisándole los talones. Al final, Sánchez y el PSOE se dan cuenta de que dejar todo el espectro del centro y la derecha al PP puede ser muy perjudicial para sus intereses y el de los españoles, que radicalizarse para competir exclusivamente por el voto escorado a su izquierda puede ser.... (sigue leyendo en

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