Las declaraciones de Ada
Colau en una entrevista, como presumible alcaldesa de Barcelona (tras su
pírrica victoria en los comicios locales), están levantando ampollas y
generando inquietudes en el universo político nacional e internacional, pues
dejan mucho que desear, al margen de su ideología, no ya sobre la viabilidad de
su proyecto municipal, que también, sino sobre su capacidad como gobernante de
una institución democrática (en este caso un ayuntamiento). Si en cuanto al
primer asunto (la inviabilidad de su proyecto municipal) cabrían ríos de tinta
y, en todo caso, la necesidad de un marco político y un escenario económico
totalmente diferente, que no depende de ella, para intentar llevarlo adelante,
en cuanto al segundo asunto (su capacidad como gobernante democrática), basta
resumirlo en cuatro pinceladas, basadas objetivamente y sin interpretaciones en
sus propias declaraciones públicas, claras y diáfanas. Si ya, nada más ganar
las elecciones con el 25% de los votos, se apresuró a manifestar rotundamente
que era el triunfo de la gente (“Hoy ha ganado la gente”, fue la frase),
despreciando al 75% restante o no considerándolo como gente (ciudadanos de un
estado democrático), ahora nos dice, solemne y sorprendentemente, cómo impondrá
su proyecto por inviable que sea. Interrogada por el entrevistador sobre las
dificultades de llevar adelante su mágico proyecto municipal, que, en todo
caso, requeriría normas legales que rebasarían sus competencias como regidora
de Barcelona, Ada Colau desvela su receta mágica: “Si hay que desobedecer leyes
injustas, se desobedecen”, con lo que el marco legal es lo de menos. Y se queda
tan pancha con semejante declaración totalitaria, dictatorial y antidemocrática.
De un plumazo, Colau se autoerige en... (sigue leyendo en Blog Ojo crítico, http://jcremadesena.blogspot.com.es/)
No hay comentarios:
Publicar un comentario