Son nombres propios que,
junto a otros, ocupan hoy la atención mediática por determinadas actuaciones,
comportamientos o conductas sospechosas que requieren, al menos, algún
comentario crítico y el merecimiento de figurar en el título del post.
Empezando por el final, Isabel Pantoja, encarcelada por corrupción, viene
siendo noticia estos días por el supuesto trato de favor que recibe en prisión,
al extremo de que los funcionarios dicen que tiene “criadas” que “le lavan, le
limpian y le cosen”, privilegios intolerables que, en caso de ser ciertos,
hasta explicarían por qué, entre otras razones, hay tanto chorizo en España.
Por su parte Tania Sánchez, imputada por corrupción, por favorecer a su hermano
(supongo que del alma) cuando ella, junto a su padre, era concejal en Rivas,
declara ante el juez que no sabía que iba a adjudicar un contrato a su hermano,
mientras el padre alega que no conocía el cargo de su hijo en la empresa
favorecida (una sociedad participada por el vástago de la que era
administrador), dedicada a impartir cursos de formación, obviamente subvencionados
por el Ayuntamiento (la propia Tania fue alumna de dichos Talleres
Municipales), lo que explicaría que, no sólo Ana Mato o la Infanta Cristina,
tan criticadas y con razón por IU (formación a la que pertenecía Tania hasta
hace bien poco), entre otros, no son los únicos personajes que sufren amnesia
cuando de asuntos de corrupción se trata, por muy allegados que sean los familiares
implicados. Y Manuela Carmena, flamante alcaldesa de Madrid gracias al
socialista Carmona y sus compañeros, que el mismo día de su investidura (no hay
que perder tiempo) “fichó” al marido de su sobrina, quien cobrará 89.750 euros
(aunque una ordenanza impide el fichaje de familiares), lo justifica, una vez
salida la noticia a la luz, diciendo que “no es un cargo de confianza” (¡menos
mal, pues si lo llega a ser!), lo que pone de manifiesto que la.... (sigue leyendo en
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