Por fin Rajoy se decide
a hacer los anunciados cambios; eso sí, de momento, sólo en la dirección del
PP, que no en el Gobierno. Unos cambios en la dirección del partido que, ni
como dicen unos, son meros retoques cosméticos, ni tampoco se trata de una
revolución generacional. En lo sustancial, Cospedal seguirá al frente del
partido, pero Moragas dirigirá la campaña, dando entrada además a Casado, de 34
años, que asumirá la comunicación, Andrea Levi, de 31, que se encargará de
Estudios y Programas, además de Maroto, de 43, y Martínez-Maíllo, de 45, quienes
son las nuevas caras que representan una cierta renovación de la vieja guardia
sin que ésta desaparezca, como era previsible, por arte de magia. En
definitiva, Rajoy fía el futuro del PP a sí mismo y al miedo al populismo,
comprometiéndose a implicarse “mucho más en la vida del partido” con Moragas,
su hombre de confianza, al que fortalece más aún; un rejuvenecimiento sin duda
en la cúpula del PP, tras asumir que el mensaje del triunfalismo económico,
importante sin duda alguna, no es suficiente para ganar unas elecciones y tras
reconocer que la corrupción ha hecho a los populares mucho más daño del que
habían previsto. Por tanto el mismísimo Rajoy, encabezando él mismo el Comité
de Dirección del PP, toma el control del partido, colocando a su Jefe de
Gabinete como hombre fuerte, que asumirá “de facto” funciones de la Secretaría
General aunque mantenga a Cospedal como Secretaria General “de iure”, y
relevando a Floriano. Y, como tactismo político, arremetiendo contra el PSOE y
su política de pactos municipales y autonómicos que, sin duda alguna, le van a
dar a los socialistas más de un dolor de cabeza. En cuanto a la esperada
remodelación del... (sigue leyendo en
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