Con todo lo que está
cayendo, no está nada mal que, aunque no todos los diarios recojan en titulares
de portada la noticia y den más relevancia a otras, destaquemos la buena
noticia de que el empleo se ha disparado en el mes de mayo al conseguir más de
200.000 nuevos afiliados (incluso Iberia vuelve a contratar pilotos después de
once años sin hacerlo), con lo que dicho mes deja 207.328 parados menos que los
existentes durante el ocaso del gobierno de Rodríguez Zapatero. Al fin y al
cabo, supongo que tenemos derecho a disfrutar de una noticia positiva, se mire
como se mire, que nos incita a un cierto optimismo sobre el futuro, salvo que
nosotros mismos lo jorobemos, a pesar de que siga siendo intolerable el número
de parados existentes en España. Sobre una tendencia de recuperación de empleo,
que se viene repitiendo a lo largo de lo que va de año y buena parte del
anterior, al margen de cuestiones como la calidad del mismo y otras
consideraciones de contratación en sintonía con nuestros países socios en la
UE, no podemos ahogarnos en una sensación absurda, basada en nuestro congénito
pesimismo y quiebra de confianza, cuando desde el exterior no sólo reconocen
nuestro esfuerzo para salir de la crisis, sino también los logros que poco a
poco vamos obteniendo. No sé si, como dice algún editorial, nos jugamos tres
millones de empleos si no hay estabilidad. Sólo sé que la inestabilidad es mala
y más aún en momentos de crisis. No sé si, dadas las circunstancias, hay
fórmulas diferentes de crear empleo productivo de mucha mejor calidad, menos
aun si no se dice cómo y cuánto. Sólo sé que... (sigue leyendo en
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