No sé si lleva razón o
no el PP cuando Alfonso Alonso asegura que el Secretario General socialista
Pedro Sánchez que, según él “ha mentido” en la campaña electoral, apoya ahora
la “alternativa de la vergüenza”, traicionando sus “líneas rojas” al pactar con
Bildu mientras aísla al PP, con lo que el PNV arrebata la alcaldía de Vitoria a
los populares con el apoyo de abertzales y el PSE, mientras Génova tacha de “mezquina,
cortoplacista, indigna y sectaria” la política de acuerdos de los socialistas
tras el 24-M. Sólo sé que, materializados los pactos, indignos o no, para
conformar la gobernabilidad de los ayuntamientos, grupos alternativos de
izquierda gobernarán las mayores ciudades, al extremo de que PP y PSOE sólo
estarán al frente en cuatro de los diez municipios más poblados, siendo Sevilla
la principal urbe gobernada por los socialistas y Málaga la principal ciudad
gobernada por el PP, mientras que, entre otras, Madrid, Barcelona, Valencia y
Zaragoza, serán dirigidas por plataformas recién creadas, mientras, por
ejemplo, PNV y PSE, con el imprescindible apoyo de Bildu, echan de Vitoria al
PP, perdiendo Maroto la Alcaldía pese a doblar en ediles a los nacionalistas. A
ello cabría añadir que, por ejemplo, el socialista Puig será el presidente de
la Comunidad Valenciana a cambio de dar medio gobierno a Compromís. Son, “grosso
modo”, las consecuencias reales del resultado final de los pactos de
gobernabilidad, vendidos como el “cambio” elegido por los españoles, y a la
espera de si dicho “cambio” será a mejor o peor lo que al final sólo el tiempo
confirmará, esperemos que para bien. Es pues la hora de que los partidos y
grupos emergentes, con apoyos del PSOE o no, demuestren que sus propuestas,
normalmente utópicas y poco viables, son capaces de impregnar sustancialmente
la gestión diaria, la resolución de los problemas día a día, mejorando la
calidad de vida de los ciudadanos en cada municipio ya que, en caso contrario,
la frustración ciudadana y el desencanto podría llegar a ser mayor del que ya
se percibe ante la praxis de los partidos tradicionales mayoritarios, pues, en
ese caso, para recorrer semejante camino no se necesitaban semejantes alforjas.
Por tanto, como ciudadano, no sin escepticismo, desear que... (sigue leyendo en
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