Se trata de tres delitos, muy graves, que, en
teoría, pueden acarrear serias condenas para cualquier gobernante o funcionario.
Un delito de prevaricación, desobediencia o malversación no es asunto baladí;
cometer dos de ellos o los tres, figúrenselo. Es lo que, al parecer, la
Justicia (pongámoslo con mayúscula) está estudiando pues, tras el simulacro
vergonzoso del 9-N, parece que, de entrada, hay más que claros indicios de que
determinadas autoridades, incluso jactándose de ello, han podido cometer no uno
ni dos, sino hasta los tres delitos citados, cuando no alguno más. Estamos pues
ante supuestos muy graves y, por tanto, no es cuestión de enredarnos en si
“votaron” (por decir algo) dos millones, tres o todos los catalanes y
extranjeros a quienes arbitrariamente les concedieron “derecho” a voto; ni si el
9-N, como dice ahora Mas y sus colegas, ha sido un “éxito total” por lo que
acusa a Madrid de “miopía”; ni si, como dice el Ministro de Justicia, se ha
tratado de un “simulacro inútil y estéril”; ni si, como considera algún juez,
retirar las urnas era “desproporcionado”, aunque no suponga que no se
investiguen a posteriori posibles delitos (a ver si es verdad); ni si los
votantes (aunque durante los próximos quince días puedan ser más) sólo son un
tercio de los llamados a votar; ni si alguno de los que votaron dice que votó
“dos veces”; ni si hay un problema político, que nadie duda, y, por tanto, hay
que actuar a marchas forzadas para satisfacer a los independentista catalanes
casi pidiéndoles perdón por oponernos a su antidemocrático proceso; ni, en
definitiva, a una serie de elucubraciones mentales por el estilo. Es cuestión,
simplemente, y al margen de todos los problemas políticos que se quiera, de que
no pueden ... (sigue leyendo en Blog Mi punto de vista, http://jorgecremades.blogspot.com.es/)
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