Acostumbrados ya en España a tratar los
asuntos con un dramatismo inadecuado y subjetivo en vez de con una preocupación
adecuada y objetiva que, en todo caso, facilite la búsqueda de soluciones en
vez de generar alarmas, que en nada favorecen análisis objetivos, es casi
normal que la publicación de los resultados del barómetro del CIS haya
levantado ampollas, cuando ni causa excesiva sorpresa, desde que apareciera el
fenómeno Podemos (entonces sí), ni augura fenómenos apocalípticos, ni nada por
el estilo. Conviene por tanto hacer un análisis tranquilo de los datos y del
progreso de los mismos para entender que, salvo la consolidación de Podemos
como otro partido más dentro del sistema (por importante que sea su peso
político e inesperada su irrupción en el escenario electoral) y a la espera de
lo que pueda ser su programa político de gobierno, ningún cataclismo futuro se avecina
y, pasado el tsunami, las aguas volverán a su cauce, aunque los partidos
tradicionales tengan que bañarse en ellas con muchas más precauciones de las
que estaban habituados. Por tanto, ante los exabruptos sobre el último
barómetro del CIS, ni tanto ni tan calvo como unos u otros lo quieren presentar
de forma indecentemente interesada. Aprovechando la confusión entre “intención
de voto directo” (que da como más votado a Podemos con el 17´6%, seguido de
PSOE con el 14´3% y PP con el 11%) y “estimación de voto” (que da como más
votado al PP con el 27´5%, seguido del PSOE con el 23´9% y Podemos con el
22´5%) cabe todo tipo de conclusiones especulativas, que tanto gustan en las... (sigue leyendo en Blog Ojo crítico, http://jcremadesena.blogspot.com.es/,)
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