En plena tormenta mediática por la corrupción
irrumpe hace unos días el Presidente extremeño, el popular Monago, por haber
viajado a Tenerife en su etapa de senador nada menos que 32 veces a cargo del
Senado y no por asuntos relacionados con su cargo sino por asuntos privados, al
parecer, para visitar a una supuesta amante. A pesar de saber que los viajes de
los parlamentarios son gratis, sin que
las Cortes exijan ninguna justificación sobre el objetivo de los mismos (se
supone que no han de ser viajes de placer o de ocio, pero no se exige nada de
nada), por tanto ningún delito en todo caso, el revuelo mediático del asunto es
de órdago y la petición de dimisión de Monago por parte de la oposición
insistente. Es tal el asqueo social a causa de la corrupción que cualquier
corruptela o conducta irregular o poco ética por parte de nuestros políticos,
debidamente adobada al efecto, puede hacernos perder el norte. Y en este caso,
seguramente es lo que ha ocurrido. Al final, Monago, que dijo que los viajes
privados se los pagaba con su dinero, se defiende de las acusaciones en una
rueda de prensa y en una tertulia televisiva, mostrando documentación, que
algunos califican como “los papeles” de Monago, por la que, según certificado
del Senado, sólo hizo 16 “viajes de trabajo” y no 32 (algunos dicen ahora que
contando ida y vuelta sí que lo son, ¡vaya tela!) con cargo a la Cámara,
mientras que, según extracto bancario, pagó con su visa particular otros 22
viajes a la isla en dicho periodo. Para unos, suficiente; para otros, no. En
todo caso, petición de disculpas de algunos que le acusaron, mientras otros
insisten en su denuncia de algo que, se mire como se mire, no sería
constitutivo de delito. Otros, exigen ahora que ... (sigue leyendo en Blog Mi punto de vista, http://jorgecremades.blogspot.com.es/)
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