lunes, 3 de octubre de 2016

PSOE, ¿Y AHORA, QUÉ?


                        Después del lamentable y bochornoso espectáculo protagonizado dentro y fuera de la sede socialista de Ferraz con motivo de la celebración del Comité Federal que, por fin, ha cesado fulminantemente a Pedro Sánchez como Secretario General del PSOE, para enterrar supuestamente su torpeza estratégico-política y, supongo, para sustituirla por otra mucho más razonable, moderada e inteligente, cabe preguntarle a los socialistas “¿y ahora qué?”, pues aplicar el refrán de “muerto el perro, se acabó la rabia” me parece una ingenuidad o un engaño a los ciudadanos. Que haya dimitido Pedro “in extremis” (o le hayan dimitido, obligándole a hacerlo) puede ser incluso anecdótico, un maquillaje de cambio de caras, si realmente no se afronta un cambio revolucionario (ya he dicho que la revolución o cambio consiste en la recuperación por parte del PSOE de sus señas tradicionales de identidad), tanto en el fondo ideológico como en la forma organizativa. Pero me temo que ese cambio profundo va a ser muy difícil. Pedro, que ya ha dicho que mantiene su escaño y que “quiere dar la batalla en las primarias” (a lo que tiene todo el derecho del mundo), antes de irse como líder del partido, si es que alguna vez lo fue (para mí, como él mismo dijo, pertenecía a un bando y, por tanto, se dedicaba a liderarlo e instruirlo), se ha encargado de fomentar y dejar un partido roto y destrozado con una militancia dividida y casi irreconciliable (basta saber en qué proporción) entre socialistas moderados o socialdemócratas de toda la vida (siempre mayoritarios en el PSOE) y socialistas radicales ahora podemizados (cada vez más instruidos por el “sanchismo” y fieles seguidores suyos), pues, sólo así, al margen de las discusiones y conatos de violencia que se dieron a las puertas de Ferraz, se puede entender que desde las filas socialistas allí concentradas se oyeran gritos y calificativos contra líderes socialistas clásicos no podemizados, como, por ejemplo, “¡Felipe, fascista!”, “¡traidores!”, entre otros piropos, mientras dentro en el Comité, sus supuestos líderes (antifascistas y no traidores) pretendían una votación opaca e incontrolada para amarrar el pretendido Congreso Exprés y, por ende, el casi ya pactado Gobierno con Podemos y compañía, que era rechazada al grito de “¡pucherazo!” y la recogida de firmas para poner a Sánchez una moción de censura, al extremo de que semejante pirueta antidemocrática precipitó, si cabe, su fulminante renuncia, pues incluso algunos de sus seguidores, como Borrell, Pérez Tapias o Hernando no quisieron participar ni ser “cómplices de la chapuza”, mientras se oían voces de que “el verdugo de Sánchez es Luena”, su más servil servidor hasta el final. En fin, ya ven, conductas más acordes en las... (sigue leyendo en Blog Mi punto de vista, http://jorgecremades.blogspot.com.es/).
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