La contundente victoria
de la oposición democrática venezolana o la contundente derrota del régimen
populista totalitario bolivariano, tanto monta monta tanto, sitúa a Venezuela en
el buen camino hacia la recuperación económica y la verdadera democracia en y
desde la libertad, tras diecisiete años caminando hacia el abismo de la miseria
y del sometimiento arbitrario de la ciudadanía por parte del poder autoritario.
Nicolás Maduro, heredero de Hugo Chávez, el creador de la pesadilla venezolana,
ha demostrado en menos de tres años que, con su manifiesta incompetencia, podía
acelerar vertiginosamente el caos progresivo a donde dirigía a los venezolanos
durante los catorce años precedentes el inventor del chavismo, su idolatrado
Jefe que, según el propio Maduro, le indicaba tras su muerte desde el más allá,
con visiones y pajaritos emisarios, cómo debía dirigir al pueblo venezolano.
Inevitablemente, y a pesar de todo tipo de amenazas y chulerías por parte del
gobierno, la inseguridad, la persecución y el encarcelamiento de líderes
políticos opositores y la crisis económica galopante han sido suficientes
motivos para que el pueblo venezolano, superando el miedo y todo tipo de
vejaciones, haya dicho ¡basta! a tanto desvarío, en unas elecciones
legislativas, que no presidenciales, consiguiendo, de momento, 107 diputados
frente a 55 que consigue el régimen, en una Asamblea Nacional compuesta por 167
diputados, aunque la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), plataforma de
confluencia de la oposición democrática, asegura que ha obtenido 112 escaños lo
que supondría la mayoría más cualificada (2/3) y, por tanto, la que tendría más
competencias. En todo caso, Maduro, abandonado por el Ejército, reconoce la victoria
de la oposición que rebasa con creces la mayoría simple (85 escaños) y la
cualificada de tres quintos (101 escaños), un varapalo sin precedentes que... (sigue leyendo en
Blog Ojo crítico, http://jcremadesena.blogspot.com.es/)
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