Un joven agrede a Rajoy
en un paseo electoral en Pontevedra, propinándole un fuerte puñetazo en el
rostro, que queda contusionado, tras acercarse al Presidente para pedirle un
selfi, rompiéndole las gafas y haciéndole tambalearse. El agresor es un menor
de 17 años, corpulento, que, presuntamente se declara galleguista, independentista,
ultra del Pontevedra, radical, de extrema izquierda, simpatizante de las mareas
y “antifascista”, por más que su comportamiento sea un acto puramente fascista;
pertenece a una familia acomodada gallega, y, presuntamente, ha sido expulsado
de varios colegios y ha necesitado tratamiento psiquiátrico. Tanto el Rey como
los distintos líderes de los partidos políticos condenan la agresión, mientras
Rajoy resta importancia al incidente y mantiene todos los actos de su campaña
electoral, en tanto que el agresor es reducido por los escoltas y finalmente
arrestado a la espera de lo que decida el fiscal. Hasta aquí el relato de unos
hechos intolerables y la reacción políticamente correcta de los distintos
líderes políticos. Sin embargo ni el suceso es casual, ni producto de un
arrebato momentáneo, pues, al parecer, el agresor no sólo alardeó del ataque
vil y cobarde, sino que además ha asegurado: “estoy muy contento de haberlo
hecho” (en fin, una bomba de relojería suelta por las calles) y, lo que es peor
aún, pues, supuestamente, la agresión fue preparada previamente ya que según
los mensajes previos, sus amigos le jaleaban y le daban instrucciones con
textos como “Capi, mátalo: los pulgares en los ojos…” y el propio Andrés, que
así se llama el prenda, aseguraba “voy a hacer un atentado al PP”, lo que, de
confirmarse definitivamente estos chats de WhatsApp nos pone en un escenario
mucho peor ya que corroboraría que con sus amigos preparó la agresión y el más
descerebrado de todos ellos la ejecutó. Ya sabemos que el figura, al ser menor
de edad, está exento de responsabilidad penal, por lo que habrá que aplicarle
la ley del menor aunque sólo le falten meses para ser mayor de edad, pero
habría que investigar en su entorno, en sus amistades ideológicas y personales,
si cabe la posibilidad de que haya sido el instrumento propiciatorio (su
minoría de edad le haría idóneo) de hechos altamente peligrosos inducidos por
mayores. Asimismo, aunque este no sea el momento ni el espacio, habría que
reflexionar seriamente sobre cuestiones relativas a la ley de menores, a los
responsables parentales o tutoriales de los mismos, sobre la violencia en
general, no sólo sobre la física sino también sobre la violencia oral, y
especialmente sobre la violencia política, sobre la educación de nuestros
jóvenes, sobre los entornos que frecuentan… y sobre.... (sigue leyendo en
Blog Mi punto de vista, http://jorgecremades.blogspot.com.es/)
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