martes, 22 de diciembre de 2015

INGOBERNABILIDAD


                        La sensación que se tiene, dentro y fuera de España, tras los resultados de las elecciones del 20-D es de ingobernabilidad, la peor circunstancia para un país y, especialmente, si con grandísimas dificultades, como es el caso, está saliendo de una crisis galopante. El rotundo fracaso del PSOE, que, como oposición, obtiene los peores resultados de su historia, superando incluso el nefasto récord obtenido en 2011, y la victoria pírrica del gobernante PP, dejándose 63 escaños de la mayoría absoluta obtenida en 2011, con sus mejores resultados históricos, conducen a una inestabilidad política preocupante, pues ninguno de los dos consigue mayoría suficiente para formar gobierno ni con los comunistas radicales de Podemos, ni con los centristas de Ciudadanos, tercera y cuarta fuerza política respectivamente, y la única fórmula a dos, el pacto PP-PSOE, como sucede en Alemania y en otros países democráticos maduros, que conseguiría una gobernabilidad estable y firme, está más que descartada por el incomprensible empecinamiento de los socialistas, no sólo ya a un pacto de gobierno con la derecha, sino incluso a una abstención que, junto a la de Ciudadanos, dispuestos a ello, permita, por lo menos, la investidura de Rajoy, garantizando, aunque sea insuficiente, una gobernabilidad inestable al menos, pues, como dice el líder popular “España no puede permitirse la inacción y la parálisis”. Además, teniendo en cuenta que, más allá de PP, PSOE y Ciudadanos, homologables con las principales opciones políticas de la UE, sólo queda un conglomerado heterogéneo de opciones radicales, nacionalistas, independentistas y antisistema, que Podemos pretende liderar (al margen de las variopintas marcas con las que ya se presenta a las elecciones), pretender pactos a más de dos, como en las pasadas elecciones territoriales, sólo conseguiría que el remedio de supuesta gobernabilidad sea peor aún que la enfermedad de convocar nuevas elecciones, como ha sucedido en Grecia, que bien puede servirnos de mal ejemplo. Por tanto, ha llegado la hora de... (sigue leyendo en

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