Calificar de infructuoso
el “cara a cara” electoral entre Mariano Rajoy y Pedro Sánchez es demasiado
benevolente ya que podría calificarse muchísimo peor. Los distintos medios de
comunicación, las distintas encuestas directas, y las valoraciones interesadas
de unos u otros, a quienes se les ve el plumero, montan un circo mediático
sobre quien de los dos ganó el debate, por llamarlo de alguna manera, cuando en
realidad perdieron ambos y, por supuesto, todos los españoles, especialmente
los indecisos que aún no habían decidido por quién votar el 20-D y esperaban
algo de luz programática en el debate para decidirse. Sin embargo, como en
otras ocasiones, los distintos medios no coinciden en quién fue el vencedor,
apostando cada uno por su preferido, con titulares como “Sánchez acorrala a
Rajoy con la corrupción y la desigualdad”, “Sánchez convierte el debate en una
agria ofensiva contra Rajoy”, “Sánchez: usted no es decente; Rajoy: usted es
ruin y miserable”, “Sánchez ensucia el debate con un ataque ruin a la honradez
de Rajoy”….. y así sucesivamente. Lo cierto es que Sánchez, al margen del
bloque temático que se estuviera debatiendo, casi desde el principio, cogió el
monotema de la corrupción como bandera, mientras Rajoy intentaba infructuosamente
presentar los logros económicos como aval para ser de nuevo reelegido como
Presidente. Ni siquiera la mención de Rajoy a los casos de corrupción
socialista, que mencionó de pasada, impidió a Sánchez, amnésico sobre la
corrupción socialista, proseguir con el asunto, estando a punto de caer ambos
en el “y tú más”, que Rajoy eludió por conveniencia, mientras intentaba
defenderse de las embestidas de Sánchez relatando todas las medidas
legislativas anticorrupción adoptadas en la legislatura sin el apoyo socialista
que Sánchez ni le dejaba exponer. Así, cualquier esperanza de un debate
correcto y positivo para todos los españoles, se desvaneció en el momento en
que Sánchez, en el peor estilo barriobajero, desciende a las cloacas del
insulto personal, que no la descalificación política, y espeta al Presidente:
“usted no es una persona decente”, provocando en Rajoy un “hasta aquí hemos
llegado” y, en tono severo, calificar el insulto del socialista, que no a él,
de “ruin, mezquino, deleznable y miserable”. Ya ni debate sobre la solución
para el desafío en Cataluña, ni en otros asuntos de vital interés para los
españoles, ni contraste de propuestas de cara al futuro, ni nada de nada.
Sánchez, que tenía la gran ocasión de presentar a los españoles una alternativa
seria, creíble y sensata (tal como hizo Felipe González con la moción de
censura, aunque la perdiera), prefirió... (sigue leyendo en
Blog Mi punto de vista, http://jorgecremades.blogspot.com.es/)
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