Es la noticia, sin lugar
a dudas. Rodrigo Rato, estandarte del Gobierno de Aznar de las cosas bien
hechas e icono del PP como ejemplo de eficiencia, ha sido detenido, mientras la
policía registra durante horas su domicilio y su despacho. Tras denunciarle
Hacienda, el ex vicepresidente del Gobierno y mandamás del FMI, es detenido por
corrupción (el pan nuestro de cada día en España), acusado de fraude fiscal,
blanqueo, tráfico de divisas (una minucia de 12 millones) y alzamiento de
bienes para evitar un embargo por su responsabilidad en el “caso Bankia”, por
lo que el juez ordena detenerlo tras detectar movimientos de capital en el
extranjero, en tanto que el fiscal le acusa de los delitos citados. Aunque Rato
lo desmiente, supuestamente, creó sociedades en EEUU, Holanda, Reino Unido,
Gibraltar, República Dominicana y Suazilandia a nombre de su ex mujer, tres
hijos, su hermana y una sobrina, mientras el PP teme que la detención le
destroce su campaña electoral y el Gobierno popular dice que el arresto
“demuestra que la ley es igual para todos”, en tanto que rumores interesados
apuntan a venganzas internas contra el aznarismo, a comparaciones odiosas con
el diferente trato a los Pujol y hasta con la osadía del policía que, como
suele ser costumbre en estos casos, pone su mano en la nuca del detenido para
ayudarle a entrar en el coche policial. En fin, versiones para todos los
gustos, cuando todos debiéramos congratularnos de que, al margen de
especulaciones, los presuntos delincuentes, ya sean chorizos comunes o de
cantimpalo, afronten ante la Justicia las chorizadas que hayan cometido y que
finalmente paguen por ellas lo que esté estipulado. Rato, tras las horas que ha
durado el registro, ha sido puesto en libertad con sus cuentas bloqueadas, a la
espera de que ... (sigue leyendo en Blog Mi punto de vista, http://jorgecremades.blogspot.com.es/)
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