viernes, 24 de abril de 2015

HORRORÍFICA Y EVITABLE TRAGEDIA

                        Es evidente que cuando las catástrofes se ven venir y nada se hace para evitarlas sólo se puede esperar de ellas perversos resultados y  horroríficas tragedias, que, siendo evitables, se convierten en intolerables e inadmisibles desde cualquier prisma con el que se quieran ver o analizar. Es lo que acaba de suceder en aguas del Mediterráneo, cercanas a Libia, con el naufragio de un pesquero, cargado de inmigrantes hacinados hasta las trancas, que pretendían llevar a cabo con éxito la maldita travesía desde el infierno africano al paraíso europeo, quedándose, como tantos otros anteriormente, a mitad de camino. Es el enésimo naufragio, aunque el más catastrófico (“950 personas, de ellas 40-50 niños y cerca de 200 mujeres”, según relatan las escasas decenas de supervivientes) de toda una serie de similares tragedias menores (cuantitativamente hablando, pues cualitativamente son iguales), pero constantes y progresivas, que están sembrando de sangre y muerte el viejo Mare Nostrum de los romanos, al extremo de que su viejo nombre de Mar Mediterráneo, bien pudiera mutarse en Mar Rojo o Mar Muerto de no ser por la confusión que generaría con los que así se llaman ya por otro tipo de razones. En definitiva, un mar convertido en siniestro cementerio, en fosa común para los sin nombre o sin papeles, que huyen del hambre, de la guerra y de la muerte (que viene a ser lo mismo) a la que les condenan en sus países de origen; pero a la vez, un mar que no deja de ser por ello un placentero y paradisiaco lago plagado de cruceros para los que, con nombre y con papeles, deciden disfrutar de todo el encanto que sus antepasados crearon en sus orillas. Es el paradójico contraste entre dos mundos, tan antagónicos y próximos, que, estando condenados a entenderse, viven de espaldas sin entender que … (sigue leyendo en Blog Ojo crítico, http://jcremadesena.blogspot.com.es/)

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