Precisamente cuando el
ministro de Justicia sugiere multar a la prensa que filtre sumarios,
argumentando que las sanciones evitarían “juicios paralelos” y abriendo el
debate de la filtración a los medios de sumarios judiciales en relación a
preservar el derecho de “salvaguarda de la presunción de inocencia”, salta a
los medios detalles de la investigación del famoso “caso Púnica”, otro más como
los que casi a diario ilustran a los ciudadanos de las sinvergonzonerías de
muchos de nuestros gobernantes. Bien podría Catalá, si quiere preservar el
secreto de los sumarios, buscar y sancionar a los filtradores, normalmente
funcionarios, comenzando por el juez, bajo cuya custodia y responsabilidad,
están los sumarios, en vez de matar al mensajero que simplemente informa a la
opinión pública de aquellos asuntos que les llegan por las fuentes que sean
para satisfacer el derecho a la información de los ciudadanos. Y, ya que
estamos, en el “caso Púnica”, es importante saber, tal como se publica hoy, que
un pinchazo telefónico (“cuando cobre la empresa, cobraremos todos, cobran
ellos, cobras tú y cobro yo”), prueba cómo el ex alcalde de Parla, el
socialista Fraile, organizó una mordida de 1´3 millones de euros, adjudicando
en 2013 el mantenimiento eléctrico municipal a una empresa que elaboró ella
misma los pliegos del concurso público y la auditoría, así como que, como
alcalde, recibió un primer pago de 60.000 euros por dar el mayor contrato de
“la Púnica”; o que el popular Ignacio González usó Indra para pagar en B su
mejora de imagen, pues la investigación del caso detecta pagos de la
multinacional en sobres por 120.000 euros, uno de ellos a la empresa de
comunicación EICO, con campañas que trataban de contrarrestar informaciones
negativas sobre los principales miembros del Gobierno de la Comunidad de Madrid
que dirigía; o que, según declara Taramillo (empresario, comisionista y
testigo) ante el juez el socio de Granados era la persona que movía a su antojo
los hilos del Ayuntamiento de Valdemoro y que ello era “vox populi”, pues, al
fin y al cabo, “Marjaliza era el que mandaba. Cogía un teléfono y todos
bailaban”. Como sucede y es “vox populi” en tantos y tantos ayuntamientos y
otras corporaciones de nuestro país, en los que, simplemente cambiando... (sigue leyendo en Blog Mi punto de vista, http://jorgecremades.blogspot.com.es/)
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