Cuando todo el mundo
esperaba que Puigdemont declarara en el Parlament la independencia de Cataluña
de forma clara y contundente, tal como habían acordado en su ilegal Ley del
referéndum y tal como el siniestro mundo independentista deseaba, o, en caso
contrario, desistiera de proseguir con su totalitario proyecto y regresara a la
Legalidad democrática para dar paso a un nuevo rumbo en su pulso al Estado de
Derecho, tal como esperaban todos los demócratas, el President, intentando
burlarse una vez más de todos los españoles y especialmente de los catalanes,
viene a decir en sede parlamentaria que “sí” declara la independencia de la República
Catalana, “pero” no desde ese instante, sino en diferido, pues propone
inmediatamente que el Parlament suspenda el asunto durante semanas para negociarla,
“aunque”, antes de irse del edificio del Parlament y en una sala próxima, que
no en el hemiciclo, encabeza, junto a Forcadell, la firma de un documento sin
membrete, no oficial y sin carácter ejecutivo alguno, en el que todos los
diputados independentistas apoyan por escrito la declarada independencia de
Cataluña, pero eliminando la propuesta en el hemiciclo de que se suspenda acto
seguido. En efecto, el President en el Parlament, durante su discurso plagado
de mentiras e inexactitudes y dando validez al ilegal referéndum, no reconocido
por nadie salvo por los independentistas totalitarios, despacha el peliagudo
asunto del independentismo catalán con la frase “como presidente de la
Generalitat, asumo el mandato de que Cataluña se convierta en un Estado
independiente en forma de república”, provocando el eufórico entusiasmo en las
huestes independentistas debidamente convocadas en la calle cerca del
Parlament, para, segundos después, proseguir con la frase “y propongo que el
Parlament suspenda los efecto de la declaración de independencia”, provocando
una inmensa decepción en dichas huestes soberanistas que abandonaban cabizbajos
la concentración callejera. Y, despachado el esperpento parlamentario sin
réplica alguna a la intervención de diez minutos de los portavoces de la
oposición, acto seguido los diputados secesionistas, incluida la CUP que no aplaudió
el discurso de Puigdemont, abandonan el hemiciclo, donde ni siquiera se puso la
declaración de independencia a votación, y suscriben la independencia en un
documento no oficial para mayor confusión y ambigüedad que nadie, en su sano
juicio, entiende. En definitiva, una.... (sigue leyendo en
Blog Mi punto de vista, http://jorgecremades.blogspot.com.es/)
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