martes, 24 de octubre de 2017

NO VALEN MÁS TRAMPAS


                        Nadie podrá negar a estas alturas del “procés” independentista diseñado por el Govern de Cataluña que, desde su inicio, está basado en mentiras históricas para justificarlo y en más mentiras y trampas presentes para alimentar su desarrollo día a día. En efecto, ni hubo jamás un periodo histórico en que Cataluña gozara de independencia (siempre formó parte del Reino de Francia, de la Corona de Aragón o del Reino de España); ni España roba a Cataluña (es parte de España y como tal participa en todos los procesos financieros y de cualquier otro tipo como el resto de territorios españoles); ni existe jurídicamente el genérico derecho a decidir sin especificar qué, (ya deciden qué, y sólo qué, en cada momento en los diversos procesos electorales legales, ya sean locales, territoriales o generales), término confuso que utilizan malintencionadamente para enmascarar lo que realmente pretenden, el derecho de autodeterminación (no aplicable a la realidad catalana y por tanto no aceptable como tal por la comunidad internacional para el caso); ni los catalanes están oprimidos o cercenadas sus libertades (gozan del mayor autogobierno de toda su historia y en uno de los Estados, España, más descentralizados del mundo); ni una independencia unilateral, ilegítima e ilegal sería aceptada y reconocida por la comunidad internacional, ni, obviamente, por la UE, de la que quedaría excluida tal como han dejado claro sus dirigentes; ni tantas y tantas otras falacias vendidas irresponsablemente por el Govern y aprobadas ilegítimamente por el Parlament al margen del Estado de Derecho. Por todo ello, cueste lo que cueste, una vez llevado el desafío totalitario al borde del precipicio, obligando al Estado a poner en marcha el artículo 155 de la Constitución, tan constitucional como los demás por excepcional que sea su aplicación, ya no cabe marcha atrás (ocasiones ha tenido Puigdemont y su Govern para evitarlo) y llevan toda la razón quienes, como el Gobierno, defienden que no valen “más trampas” y que, por tanto, no basta sólo con convocar autonómicas a estas alturas y aquí no pasa nada, salvo que la Generalitat vuelva a la “legalidad total” pues el daño ya causado no sólo debe ser reparado artificialmente sino que además se ha de garantizar de cara al futuro una certidumbre, necesaria en cualquier Estado de Derecho, de que no volverán a repetirse ni tolerarse comportamientos totalitarios a quienes gobiernen las diversas instancias territoriales, ya sean de cualquier ideología, independentista o no, y que, si delinquen actuando al margen de la Legalidad, deben apechugar, como cualquier otro hijo de vecino, con las consecuencias civiles y penales que diriman los tribunales de Justicia. Ya no valen más trampas ni mentiras, la aplicación del 155, por compleja y difícil que sea, ni pretende... (sigue leyendo en

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