miércoles, 4 de octubre de 2017

DESLEALTAD INADMISIBLE


                        Si lo que está haciendo la Generalitat no supone, como mínimo, una “deslealtad inadmisible” contra el Estado al que representa, tal como denuncia el Rey en su discurso institucional, que venga Dios y lo vea, porque hasta un ciego con mínimas dosis de objetividad así lo vería. Por tanto es incomprensible que algunos, los de siempre, arremetan contra el Jefe del Estado, por su impecable discurso dirigido a todos los españoles, quienes debiéramos exigir a los agoreros de la catástrofe que explicaran con qué parte del relato no concuerdan o qué parte del mismo no se ajusta a la realidad y que, en todo caso, qué debiera haber dicho Felipe VI en su histórico discurso para que estuvieran de acuerdo con él. Nada mejor pues que destacar literalmente lo más importante del discurso real a la espera de que los agoreros de la catástrofe sean capaces de comparecer ante los ciudadanos para explicarles en qué consiste concretamente su desacuerdo en vez de arremeter, como suelen hacer, de forma genérica y sin argumento alguno contra todo lo que, a su juicio entienden que perjudica sus particulares intereses políticos de cara al futuro, contrario normalmente al interés general y mayoritario de todos los españoles. El Rey, es decir, el Jefe del Estado hace una llamada a restaurar el orden constitucional en Cataluña y emplaza a los “poderes del Estado” a acabar con la “deslealtad inadmisible” de la Generalitat… ¿Algo que objetar al respecto? Y lo hace literalmente así: “es responsabilidad de los legítimos poderes del Estado asegurar el orden constitucional”, indicando el camino al Gobierno y avalando la toma de medidas excepcionales contra los golpistas de la Generalitat, porque el asunto a resolver es obviamente excepcional, ya que “han quebrantado los principios democráticos”, “han menospreciado los afectos que han unido y unirán al conjunto de los españoles”, “pueden poner en riesgo la estabilidad económica y social de Cataluña” y “han socavado la armonía y la convivencia en la propia sociedad catalana llegando, desgraciadamente, a dividirla; está fracturada y enfrentada”; y todo ello cuando precisamente “vivimos en un Estado democrático que ofrece las vías constitucionales para que cualquier persona pueda defender sus ideas”… ¿Alguna otra alternativa a lo que sostiene el Rey? ¿Alguna falsedad en su diagnóstico? Añade además un mensaje de esperanza en estos momentos difíciles: “lo superaremos porque creemos en nuestro país y nos sentimos orgullosos de lo que somos” sin olvidarse de los catalanes que peor lo están pasando por no someterse a los totalitarios planteamientos de sus gobernantes independentistas, manifestando que “a quienes en Cataluña sienten inquietud con la conducta de las autoridades les digo que no están solos ni lo estarán, tienen el apoyo del resto de los españoles”. Y para finalizar deja meridianamente clara su postura como Jefe del Estado: “subrayo mi compromiso como Rey con la unidad y permanencia de España”, es decir con el proyecto acordado por el pueblo español y plasmado en la vigente Constitución. ¿Qué parte del discurso no... (sigue leyendo en
Blog Mi punto de vista, http://jorgecremades.blogspot.com.es/)

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