Si lo que está haciendo
la Generalitat no supone, como mínimo, una “deslealtad inadmisible” contra el
Estado al que representa, tal como denuncia el Rey en su discurso
institucional, que venga Dios y lo vea, porque hasta un ciego con mínimas dosis
de objetividad así lo vería. Por tanto es incomprensible que algunos, los de
siempre, arremetan contra el Jefe del Estado, por su impecable discurso
dirigido a todos los españoles, quienes debiéramos exigir a los agoreros de la
catástrofe que explicaran con qué parte del relato no concuerdan o qué parte
del mismo no se ajusta a la realidad y que, en todo caso, qué debiera haber
dicho Felipe VI en su histórico discurso para que estuvieran de acuerdo con él.
Nada mejor pues que destacar literalmente lo más importante del discurso real a
la espera de que los agoreros de la catástrofe sean capaces de comparecer ante
los ciudadanos para explicarles en qué consiste concretamente su desacuerdo en
vez de arremeter, como suelen hacer, de forma genérica y sin argumento alguno
contra todo lo que, a su juicio entienden que perjudica sus particulares
intereses políticos de cara al futuro, contrario normalmente al interés general
y mayoritario de todos los españoles. El Rey, es decir, el Jefe del Estado hace
una llamada a restaurar el orden constitucional en Cataluña y emplaza a los
“poderes del Estado” a acabar con la “deslealtad inadmisible” de la Generalitat…
¿Algo que objetar al respecto? Y lo hace literalmente así: “es responsabilidad
de los legítimos poderes del Estado asegurar el orden constitucional”,
indicando el camino al Gobierno y avalando la toma de medidas excepcionales
contra los golpistas de la Generalitat, porque el asunto a resolver es
obviamente excepcional, ya que “han quebrantado los principios democráticos”,
“han menospreciado los afectos que han unido y unirán al conjunto de los
españoles”, “pueden poner en riesgo la estabilidad económica y social de
Cataluña” y “han socavado la armonía y la convivencia en la propia sociedad
catalana llegando, desgraciadamente, a dividirla; está fracturada y enfrentada”;
y todo ello cuando precisamente “vivimos en un Estado democrático que ofrece
las vías constitucionales para que cualquier persona pueda defender sus ideas”…
¿Alguna otra alternativa a lo que sostiene el Rey? ¿Alguna falsedad en su
diagnóstico? Añade además un mensaje de esperanza en estos momentos difíciles:
“lo superaremos porque creemos en nuestro país y nos sentimos orgullosos de lo
que somos” sin olvidarse de los catalanes que peor lo están pasando por no
someterse a los totalitarios planteamientos de sus gobernantes independentistas,
manifestando que “a quienes en Cataluña sienten inquietud con la conducta de
las autoridades les digo que no están solos ni lo estarán, tienen el apoyo del
resto de los españoles”. Y para finalizar deja meridianamente clara su postura
como Jefe del Estado: “subrayo mi compromiso como Rey con la unidad y
permanencia de España”, es decir con el proyecto acordado por el pueblo español
y plasmado en la vigente Constitución. ¿Qué parte del discurso no... (sigue leyendo en
Blog Mi punto de vista, http://jorgecremades.blogspot.com.es/)
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