lunes, 2 de octubre de 2017

INMINENTE INDEPENDENCIA CATALANA


                        Como era de esperar (de los totalitarismos no se puede esperar otra cosa), tras el esperpéntico e indecente espectáculo, protagonizado por el Govern de Cataluña a la cabeza con el incondicional apoyo de sus coreógrafos, bien remunerados por los servicios prestados, y con la asistencia de su nutrido público siempre fiel al espectáculo que le echen, el jefe de la banda, Puigdemont, se apresura a proclamar y validar el “sí” aplastante del “pueblo catalán” en tan atípico referéndum para anunciar inmediatamente que proclamará la independencia “en días”    (seguramente el día 6 para que coincida con el aniversario de la proclamación del Estat Catalá que el President Companys hiciera en 1934), tal como le exigen sus socios de la CUP y tal como tenía previsto al margen del resultado de la chapucera consulta e incluso de su celebración o no y de su éxito o fracaso. Lo esencial era la previa movilización callejera en favor del totalitarismo secesionista, una más, para visualizar que el Govern no está sólo en su antidemocrática locura y que cuenta con el apoyo de una parte importante de ciudadanos de Cataluña; al resto, que no son importantes, a los demócratas, a la otra parte, que se aguante por respetar la legalidad democrática. Bueno, y a los españoles no catalanes, que les den. Atrás queda ya una jornada vergonzante e intolerable en la que se celebró, a medias, un simulacro de patético referéndum, que no lo era, prohibido por los jueces y organizado unilateralmente sin la más mínima garantía de las que establecen los cánones democráticos, montado por voluntarios fieles al totalitarismo secesionista a pesar de la prohibición judicial, en el que se podía votar, incluso varias veces y en distintos lugares, dónde, cuándo y cómo cada uno quisiera o pudiera, sin control alguno y por la fuerza, con papeletas sin sobres, editadas por cada uno a su antojo, que deposita cada quien en “tuppers” chinos opacos a modo de urnas, sin precinto alguno, y, en su defecto, en cualquier bolsa o recipiente en manos de cualquier voluntarioso que se prestase a tan heroica hazaña. Todo ello es el colofón a una serie de barbaridades y amenazas, de palabra y obra, que adornan en estos últimos tiempos un maquiavélico “procés” soberanista y que finalmente sirve como cínico aval democrático para proclamar traidora y unilateralmente la independencia de una Cataluña, rota socialmente en pedazos y con la convivencia pacífica en entredicho, que con una estúpida permisividad, cuando no condescendencia interesada, de los sucesivos gobiernos de España han ido conformando los gobernantes catalanes a lo largo de los años mediante el uso y abuso de una educación sectaria desde la escuela, basada en el odio a España (al resto de España), y de la instrumentalización de las diversas instituciones y organismos catalanes autonómicos (incluida la policía autónoma y la televisión o televisiones públicas) como entes de.... (sigue leyendo en

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