Como era de esperar (de
los totalitarismos no se puede esperar otra cosa), tras el esperpéntico e
indecente espectáculo, protagonizado por el Govern de Cataluña a la cabeza con
el incondicional apoyo de sus coreógrafos, bien remunerados por los servicios
prestados, y con la asistencia de su nutrido público siempre fiel al
espectáculo que le echen, el jefe de la banda, Puigdemont, se apresura a
proclamar y validar el “sí” aplastante del “pueblo catalán” en tan atípico
referéndum para anunciar inmediatamente que proclamará la independencia “en
días” (seguramente el día 6 para que
coincida con el aniversario de la proclamación del Estat Catalá que el President
Companys hiciera en 1934), tal como le exigen sus socios de la CUP y tal como
tenía previsto al margen del resultado de la chapucera consulta e incluso de su
celebración o no y de su éxito o fracaso. Lo esencial era la previa
movilización callejera en favor del totalitarismo secesionista, una más, para
visualizar que el Govern no está sólo en su antidemocrática locura y que cuenta
con el apoyo de una parte importante de ciudadanos de Cataluña; al resto, que
no son importantes, a los demócratas, a la otra parte, que se aguante por respetar
la legalidad democrática. Bueno, y a los españoles no catalanes, que les den.
Atrás queda ya una jornada vergonzante e intolerable en la que se celebró, a
medias, un simulacro de patético referéndum, que no lo era, prohibido por los
jueces y organizado unilateralmente sin la más mínima garantía de las que
establecen los cánones democráticos, montado por voluntarios fieles al
totalitarismo secesionista a pesar de la prohibición judicial, en el que se
podía votar, incluso varias veces y en distintos lugares, dónde, cuándo y cómo
cada uno quisiera o pudiera, sin control alguno y por la fuerza, con papeletas
sin sobres, editadas por cada uno a su antojo, que deposita cada quien en
“tuppers” chinos opacos a modo de urnas, sin precinto alguno, y, en su defecto,
en cualquier bolsa o recipiente en manos de cualquier voluntarioso que se
prestase a tan heroica hazaña. Todo ello es el colofón a una serie de barbaridades
y amenazas, de palabra y obra, que adornan en estos últimos tiempos un
maquiavélico “procés” soberanista y que finalmente sirve como cínico aval
democrático para proclamar traidora y unilateralmente la independencia de una
Cataluña, rota socialmente en pedazos y con la convivencia pacífica en
entredicho, que con una estúpida permisividad, cuando no condescendencia
interesada, de los sucesivos gobiernos de España han ido conformando los
gobernantes catalanes a lo largo de los años mediante el uso y abuso de una
educación sectaria desde la escuela, basada en el odio a España (al resto de
España), y de la instrumentalización de las diversas instituciones y organismos
catalanes autonómicos (incluida la policía autónoma y la televisión o
televisiones públicas) como entes de.... (sigue leyendo en
Blog Mi punto de vista, http://jorgecremades.blogspot.com.es/)
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