lunes, 28 de noviembre de 2016

Y MURIÓ FIDEL


                        Muere Fidel Castro a sus 90 años de edad, un controvertido personaje del pasado siglo XX, símbolo del sueño revolucionario y uno de los grandes protagonistas, para bien o para mal, del citado siglo, siendo el último combatiente de la Guerra Fría y uno de los pocos supervivientes del fracasado comunismo. En definitiva, un dictador; para algunos un tirano que ha sometido a su pueblo a más de medio siglo de opresión, cuya muerte cierra definitivamente el siglo XX. Muere Fidel, pero, de momento, no muere el castrismo ya que, desde hace años, dirige Cuba su sucesor y hermano pequeño, Raúl Castro, cuyo gobierno ha decretado nueve días de luto por la muerte del indiscutible líder de la revolución cubana y de homenajes al dictador fallecido. Es lo que tienen las dictaduras, vocación de eternidad, al extremo de que ya se ha desatado incluso una especie de guerra por la sucesión, entre el hijo de Raúl, Alejandro, y el vicepresidente Miguel Díaz-Canel. Para que luego, los defensores de estos regímenes autoritarios y dictatoriales (como el de Cuba o Corea del Norte, por ejemplo) se llenen la boca arremetiendo contra modelos monárquicos y democráticos (como Suecia o España, por ejemplo), que simplemente establecen la sucesión de la Jefatura de Estado pero vacía de contenido político y relegada casi a la estricta representación del mismo en el exterior, ajena y neutral a las luchas partidistas de los diferentes partidos políticos representativos. Fidel deja una isla, cuyo pueblo pide libertad, pero que queda en manos de su familia, aunque, desaparecido el dictador original, los cubanos confían en que Raúl reactive las reformas, cuya apertura siempre estuvo condicionada por la larga sombra que aún con su enfermedad siempre proyectaba su hermano Fidel, pero dichos cambios ni serán rápidos ni radicales, al menos de momento, en una Cuba silenciada (hasta las Damas de Blanco suspenden por vez primera en 13 años su dominical protesta: “no celebramos la desaparición de nadie”), mientras que los cubanos del exilio lo celebran jubilosos esperando regresar a una Cuba libre y democrática. El balance del castrismo es desolador: 7.365 asesinados, 20.000 presos políticos y 2.500.000 cubanos en el exilio. Se dan pues sentimientos encontrados entre La Habana y Miami, donde se concentra especialmente el anticastrismo, por el final del dictador cubano, en un momento decisivo para la Democracia cubana y las relaciones de Cuba con EEUU, cuyo nuevo presidente electo, Donald Trump, lo despide como “brutal dictador” y asegura que tratará de garantizar la “libertad de los cubanos”, mientras se impone el raulismo, la versión descafeinada del castrismo. Nuestro rey emérito Juan Carlos será quien represente a España en el funeral, mientras Moncloa envía al Secretario de Estado de Cooperación; cabe recordar que... (sigue leyendo en Blog Mi punto de vista, http://jorgecremades.blogspot.com.es/)

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