La inesperada muerte de
Rita Barberá y todas las circunstancias que la han rodeado abre una vez más la
caja de los truenos política y mediática, desencadenando un debate público
sobre los presuntos culpables de tan lamentable suceso. Que si ha sido el
linchamiento mediático y político de los medios y partidos contrarios al PP,
que si la cúpula dirigente popular al abandonarla a su suerte tras ser
investigada, que si hay o no que garantizar la presunción de inocencia, que si
una cosa es dicha presunción de inocencia y otra las responsabilidades
políticas, que si… En fin un verdadero torbellino de opiniones para todos los
gustos en un huracán de tertulias televisivas, artículos periodísticos, charlas
y entrevistas radiofónicas y, por qué no, en charlas y discusiones en bares,
restaurantes y tabernas. Todo ello adobado por determinados mensajes en las
redes sociales que preñados de mal gusto y rozando lo delictivo evidencian las
dosis de deshumanización de muchos sujetos. Que si Rita debiera haberse ido
cuando fue imputada, que si cuando fue denunciada, que si cuando salió a la luz
la presunta trama delictiva de financiación del PP, que si…. En fin, más de lo
mismo. Y todo ello en medio de un tenso funeral al que, a título de amigo,
asistió Rajoy, entre otros compañeros, diciendo “fue un enorme honor ser amigo
de Rita” mientras el mismísimo cuñado de Barberá afirmaba que “ha muerto de
pena y en esa pena la fundamental aportación la han tenido los suyos”, mientras
su sobrina reprochaba que “esto no tendría que haber pasado”. Así las cosas, el
Gobierno dice que “moralmente” duda del pacto anticorrupción, pues fuentes de
La Moncloa creen que sólo debería exigirse la dimisión cuando se abra el juicio
oral, aunque indican que respetarán el acuerdo firmado con Ciudadanos por estar
en minoría, mientras anuncia que agilizará la instrucción judicial para evitar
“casos Barberá”, negociando con C´s y PSOE acortar la duración de las causas
para que no haya juicios políticos. Ha tenido que morir Rita para que nos demos
cuenta del guirigay que hay montado en torno a la corrupción, de que la peor
estrategia es la del famoso “y tú más”, la de arremeter contra la de los
enemigos y tapar o justificar la de los amigos, la de la ley del embudo en
cuanto a las responsabilidades políticas, mezclándolas con las responsabilidades
judiciales, cuando, a mi juicio, lo más correcto, sería dejar actuar a los
tribunales en lo que respecta a las jurídicas y establecer por ley un idéntico
criterio para exigir a todos el momento procesal en que un presunto delincuente... (sigue leyendo en Blog Mi punto de vista, http://jorgecremades.blogspot.com.es/)
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