Si días antes del 26-J
las encuestas dibujaban un panorama político parlamentario similar al diseñado
tras el 20-D, que prácticamente hacía ingobernable España, hoy, con unos
resultados bastante más propicios para conseguir la deseada gobernabilidad, nos
seguimos preguntando y temiendo que vamos derechos a unas nuevas elecciones,
las terceras, y, así sucesivamente, hasta que algún partido consiga finalmente
la vituperada mayoría absoluta, lo que, por lo visto, ante la manifiesta
incapacidad de nuestros líderes políticos para ponerse de acuerdo, es la única
fórmula válida e indiscutible para garantizar la gobernabilidad estable de los
españoles. No basta que los españoles, hartos de tanta incompetencia política,
hayamos dejado algo más claro, aunque todavía insuficiente, quién debiera
liderar el próximo gobierno, dando una sustancial ventaja, respecto al 20-D, al
partido que ya ganó entonces, el PP, y que prácticamente fue vetado casi por
unanimidad por el resto de partidos perdedores a quienes los ciudadanos han
castigado en estas elecciones de forma flagrante, premiando sólo a quien, para
bien o para mal, mostró desde el inicio mayor coherencia política ofertando
propuestas de gobernabilidad que fueron rechazadas inmisericorde desde el
minuto uno con la agravante de no contar con una alternativa fiable, provocando
unas segundas elecciones por vez primera durante todo el periodo democrático.
En efecto, aunque según Metroscopia, los propios votantes del PSOE apoyan
mayoritariamente la abstención a cambio de reformas y, por supuesto, la mayoría
de españoles cree que el PP debe formar gobierno, exigiendo a los líderes
políticos que negocien para evitar otros comicios, asunto que todos ellos
proclaman como objetivo prioritario (repetir de nuevo otras elecciones sería el
colmo de la incompetencia política), los primeros contactos de Rajoy y las
declaraciones de los diversos líderes partidarios, no apuntan en dicho sentido.
Tanto la cúpula del PSOE como la de Ciudadanos, los únicos que pueden intentar
el desbloqueo político, mantienen un “no” rotundo a cualquier pacto de
gobernabilidad, incluso a un acuerdo de investidura, lo que, en caso de
materializarse en el Congreso nos abocaría irremediablemente a nuevas
elecciones, aunque, menos mal, nos evitarían el bochornoso espectáculo anterior
pues Sánchez, en esta ocasión no amenaza con presentarse para ser investido
(los 52 escaños que le saca Rajoy son una losa demasiado pesada). No obstante,
Rajoy accede a “hablar de todo” y forzará al PSOE a decidir en julio para
evitar las elecciones, aunque advierte que si no se abstienen habrá que ir a
las urnas de nuevo, mientras que Rivera le exige reformas para facilitar su
investidura, un proyecto para la regeneración democrática a cambio de su
abstención (que no apoyo de gobernabilidad), rechazando la oferta de Rajoy de
un gobierno de coalición. Entretanto, por si hubiera que.... (sigue leyendo en
Blog Mi punto de vista, http://jorgecremades.blogspot.com.es/)
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