Finalizada la ronda de
consultas con el Rey y constatado el bloqueo generalizado a la investidura de
Rajoy, Felipe VI le propone como candidato a la investidura y el líder popular
acepta en esta ocasión la propuesta del Monarca; por tanto, habemus candidato.
Siguiendo lo establecido al respecto, como no podría ser de otra forma, el Rey
comunica la decisión a Ana Pastor, la Presidenta del Congreso, para que se
proceda al respecto de cara al inevitable acto de investidura. Hasta aquí el
relato objetivo de los hechos. Sin embargo, como Rajoy en su posterior rueda de
prensa, no dice expresamente que se someterá a dicha sesión de investidura
(obviedad que se da por hecha como en los anteriores candidatos a ser
investidos) y anuncia que se compromete a intentar un acuerdo, lo que no
contradice lo anterior, se monta la marimorena política y mediática como si lo
que importara fuese mantener el circo a que nos tienen acostumbrados. Se dice,
aunque el candidato no lo haya dicho, que no se compromete a someterse a votación,
que sólo se compromete sin plazos (como si los demás los hubieran tenido desde
el primer instante) a intentar acuerdos con los partidos constitucionalistas
pero no asegura ir a la investidura si no lo consigue, que sólo pretende ganar
tiempo, que no garantiza pedir la confianza de la Cámara sin los suficientes
apoyos (con los anteriores candidatos se daba por hecho)… Y como Ana Pastor no
aclara si Rajoy afrontará la investidura (ninguno de los anteriores presidentes
del Congreso, incluido Patxi López, lo aclaró ni nadie se lo pidió) ni los
plazos que dará a Rajoy (a ninguno se le exigió que lo dijera justo tras
recibir la comunicación de la decisión real), tanto el PSOE como Ciudadanos,
que siguen equivocándose, se apresuran en acusar a Rajoy de incumplir el art.
99 de la Carta Magna (claro y diáfano en sus términos) y le recuerdan su
obligación constitucional de acudir al Congreso para ser investido, mientras a
bombo y platillo insiste Sánchez en que no se abstendrá y Rivera descarta votar
a favor de la investidura, dando la sensación de estar más interesados por
provocar el fracaso de Rajoy en la investidura (cuando apenas se ha iniciado el
proceso) que en negociar un acuerdo tendente a resolver los problemas de los
españoles y, mientras tanto, con las especulaciones sobre lo que pretende
Rajoy, deteriorar más si cabe su imagen pública, cuando todo lo actuado hasta
el momento, como en ocasiones anteriores, se ha ajustado estrictamente a la
legalidad vigente y ... (sigue leyendo en
Blog Mi punto de vista, http://jorgecremades.blogspot.com.es/)
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