En la tradicionalmente
tranquila ciudad bávara, un francotirador mata a nueve personas y deja varios
heridos antes de suicidarse tras intentar huir de la policía, durante un ataque
a un centro comercial, sembrando así de sangre, horror y desconcierto sus calles.
En un principio, según los testigos, se habla de tres pistoleros que abren
fuego indiscriminadamente contra los transeúntes, por lo que se intuye estar
ante el ataque de un comando yihadista, pero esos mismos testigos oyen
gritos como “¡extranjeros de mierda, soy
alemán!” lo que hace pensar en un ataque de carácter xenófobo ultranacionalista,
probablemente como respuesta o venganza tras el reciente atentado de un afgano
en un tren de Baviera. Y entre dicha disyuntiva anda la opinión pública
especulando si tras la matanza en Múnich está el yihadismo o el ultranacionalismo,
aunque, al fin y al cabo, lo sustancial es que en esta Europa, preñada de
incertidumbres, no cesa la violencia, que va convirtiendo sus pueblos y
ciudades en lugares cada vez más inseguros. Inmediatamente las autoridades
cierran la estación y los servicios de transporte público urbano, afrontando la
situación con un fuerte dispositivo policial, en medio de lógicas escenas de
pánico inicial hasta conseguir la paralización de la ciudad con el toque de
queda decretado por las autoridades. Nada de noticias, nada de filtraciones,
nada de especulaciones, nada de reproches políticos (es decir, todo lo
contrario de lo que suele suceder en España)… todo lo que sea preciso para no
entorpecer la labor policial ni generar noticias contradictorias hasta que los
hechos hayan sido controlados y esclarecidos. Varias horas de estoica espera,
que en España hubieran supuesto todo tipo de críticas a las autoridades, y, al
final, la policía concluye que el autor de la masacre es un único individuo, un
alemán-iraní de 18 años, que aparece... (sigue leyendo en
Blog Mi punto de vista, http://jorgecremades.blogspot.com.es/)
No hay comentarios:
Publicar un comentario