martes, 12 de julio de 2016

SOFISMAS DEL PSOE


                        En esta semana, crucial para decidir sobre la urgente necesidad de conformar una gobernabilidad en España, asistimos a la lamentable noticia de que el PSOE, único partido con capacidad real de garantizarla (así lo han decidido los españoles), pretende despachar tan primordial asunto con un conjunto de sofismas (argumentos aparentes con que se quiere defender o persuadir lo que es falso) para eludir la alta responsabilidad que le hemos asignado. Incomprensible actitud, que no enmienda la errática trayectoria de su actual liderazgo, que le ha llevado a los peores resultados electorales desde la Transición. No es hora de sofistas, sino de políticos responsables con altura de miras, hombres de Estado capaces de asumir sus responsabilidades y, en todo caso, de afrontar sus decisiones ante la ciudadanía con argumentos razonables y razonados sin justificarlos con sofismas indecentes. El PSOE, como cualquier otro partido, tiene todo el derecho a tomar la decisión, equivocada o no, que considere oportuna de cara a la necesaria gobernabilidad del Estado, que, como en el 20-D, los españoles decidieron que la liderara el PP de Rajoy, vencedor en ambas elecciones; por tanto puede participar en la oferta de gobierno de coalición que le hacen los populares, puede apoyar la investidura de Rajoy a cambio de algunas contrapartidas, puede simplemente dejar que gobierne el partido más votado con su abstención o puede negarse a que lo haga votando contra la investidura, sabiendo que esto supone la convocatoria de unas terceras elecciones. Y, tras su decisión, asumir ante el pueblo las pertinentes consecuencias. Es así de sencillo. Pero lo que, a mi juicio, no puede ni debe hacer es intentar eludir cualquier responsabilidad con su famoso y contradictorio triple no, decidido por unanimidad en el Comité Federal (no a la investidura o acuerdo alguno con el PP, no a presentar a Sánchez para ser investido y no a convocar nuevas elecciones), sabiendo que, antes o después, tendrá que claudicar ante alguno de sus contradictorios “noes” y que en la medida que le toque será responsable de las consecuencias. Y, menos aún, lo que no puede ni debe hacer, es... (sigue leyendo en

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