En esta semana, crucial
para decidir sobre la urgente necesidad de conformar una gobernabilidad en
España, asistimos a la lamentable noticia de que el PSOE, único partido con
capacidad real de garantizarla (así lo han decidido los españoles), pretende
despachar tan primordial asunto con un conjunto de sofismas (argumentos
aparentes con que se quiere defender o persuadir lo que es falso) para eludir
la alta responsabilidad que le hemos asignado. Incomprensible actitud, que no
enmienda la errática trayectoria de su actual liderazgo, que le ha llevado a
los peores resultados electorales desde la Transición. No es hora de sofistas, sino
de políticos responsables con altura de miras, hombres de Estado capaces de
asumir sus responsabilidades y, en todo caso, de afrontar sus decisiones ante
la ciudadanía con argumentos razonables y razonados sin justificarlos con
sofismas indecentes. El PSOE, como cualquier otro partido, tiene todo el
derecho a tomar la decisión, equivocada o no, que considere oportuna de cara a
la necesaria gobernabilidad del Estado, que, como en el 20-D, los españoles
decidieron que la liderara el PP de Rajoy, vencedor en ambas elecciones; por
tanto puede participar en la oferta de gobierno de coalición que le hacen los
populares, puede apoyar la investidura de Rajoy a cambio de algunas
contrapartidas, puede simplemente dejar que gobierne el partido más votado con
su abstención o puede negarse a que lo haga votando contra la investidura,
sabiendo que esto supone la convocatoria de unas terceras elecciones. Y, tras
su decisión, asumir ante el pueblo las pertinentes consecuencias. Es así de
sencillo. Pero lo que, a mi juicio, no puede ni debe hacer es intentar eludir
cualquier responsabilidad con su famoso y contradictorio triple no, decidido
por unanimidad en el Comité Federal (no a la investidura o acuerdo alguno con
el PP, no a presentar a Sánchez para ser investido y no a convocar nuevas
elecciones), sabiendo que, antes o después, tendrá que claudicar ante alguno de
sus contradictorios “noes” y que en la medida que le toque será responsable de
las consecuencias. Y, menos aún, lo que no puede ni debe hacer, es... (sigue leyendo en
Blog Ojo crítico, http://jcremadesena.blogspot.com.es/)
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