Rajoy, dispuesto a
gobernar como vencedor de las elecciones, está dispuesto a hacerlo en solitario
y en minoría con apoyos puntuales, aunque prefiere un gobierno de coalición con
un programa pactado, esperando que PSOE y Ciudadanos, los otros dos partidos claramente
constitucionalistas, faciliten su investidura. El nuevo escenario político
surgido tras el 26-J le anima ahora a aceptar el encargo de Felipe VI ya que,
de un lado, las matemáticas ponen más difícil que tras el 20-D la posibilidad
de un gobierno frentista del conjunto de los perdedores, desenmascarados por
los resultados, y, de otro lado, el mensaje de los votantes, convirtiéndole en
el único ganador frente a los demás, que perdieron apoyos, es claro de que
aumenta su legitimidad, siendo el PP quien ha de gobernar con él a la cabeza,
pues lo contrario, en unas hipotéticas nuevas elecciones podría ser caótico
para quienes se empeñen en seguir provocando la ingobernabilidad de España. Por
tanto, la prioridad de Rajoy es negociar la abstención del PSOE, sabedor de que
no habrá gobierno de coalición como él prefiere, aunque, en todo caso,
explorará todas las fórmulas posibles (incluida la vía Ciudadanos-PNV-CC) e irá
a la investidura donde los distintos partidos tendrán que retratarse
definitivamente, con lo que iniciará los contactos antes del próximo día siete
de julio con todos los partidos, comenzando con el PSOE, con el objetivo de
tener gobierno a finales del mes, y, por supuesto, hablará con Rivera, pero no
participará en el previsible “teatro” ya que, ahora sí, se siente legitimado
por las urnas de forma indiscutible y que cada quien asuma sus
responsabilidades y aguante su vela. Sin embargo, de momento, tanto PSOE como
Ciudadanos, siguen sin dar su brazo a torcer a pesar de sus respectivos
descalabros electorales. El PSOE sigue anunciando que no se abstendrá para
facilitar su investidura, aunque su decisión final la tomará el nueve de julio,
advirtiendo Sánchez que, en todo caso, una abstención “in extremis” la
consultaría a las bases (su afán de convertir el PSOE en un partido asambleario
no cesa) y que sobre pactos de coalición gubernamental nada de nada, por lo que
pide a Rajoy que “empiece a buscar otros apoyos”. Por su parte Ciudadanos, no
anda mucho más fino que digamos y pone la presión en el PSOE, pidiéndole Rivera
a Sánchez que facilite un gobierno del PP, mientras se replantea su particular
veto a Rajoy y a la mayoría de su equipo para presidir el futuro gobierno, que
prometió en la campaña y que tan nefastos resultados le han dado. Y mientras
Rajoy espera que se facilite su investidura para, inmediatamente después,
comenzar el proceso de renovación del PP, los demás partidos andan con ciertos
problemas, consecuencia de sus malos resultados en las urnas. Mientras los
barones socialistas culpan a Sánchez y su equipo del mal resultado electoral y
Susana Díaz le señala como el responsable de la derrota (ha superado el peor
resultado del 20-D, perdiendo cinco escaños más y sólo el estancamiento de
Unidos Podemos ha evitado el “sorpasso”), en Unidos Podemos se busca cómo
atajar el descontento y la frustración de sus sectores por los resultados,
reabriendo así los comunistas-podemitas sus diferencias: mientras Monedero abre
la guerra y achaca el fracaso al infantilismo de Iglesias, éste y Errejón
reabren su pugna tras el fiasco, pues el añorado objetivo comunista de
“sorpassar” a los socialistas se les ha ido de las manos cuando más fácil lo
tenían, aprovechando el deplorable liderazgo de Sánchez, siendo obvio que se... (sigue leyendo en
Blog Mi punto de vista, http://jorgecremades.blogspot.com.es/)
No hay comentarios:
Publicar un comentario