Omar Mateen, un joven
estadounidense de origen afgano, irrumpe en un club gay de Orlando y, a tiro
limpio, mata a 50 personas, hiriendo a otras 53 antes de ser abatido por la
policía; verdadera batalla campal entre las aficiones de diversas selecciones
nacionales de fútbol cuando se enfrentan en la Eurocopa; dos chicas agredidas
física y verbalmente por hacer propaganda en un tenderete a favor de que en
Barcelona se pueda ver los partidos de la selección española en pantallas
grandes; irrumpen en mítines de determinados partidos políticos para
reventarlos y en salas universitarias para boicotear a los conferenciantes;
algaradas violentas y enfrentamientos con las fuerzas de orden público ante el
desalojo de okupas…. Son unas cuantas noticias de las que en estos días
aparecen casi a diario en los medios de comunicación agrandando la larga lista
de la crónica negra causada por el fanatismo de los descerebrados que sólo
saben ejercer la violencia para sentirse satisfechos consigo mismos, no ya sólo
en nuestro país, sino en el resto del mundo. Todas las noticias citadas, al
margen del concreto motivo y magnitud que tenga cada uno de los hechos que las
provocan, están total y directamente relacionadas con el fanatismo y con la violencia,
que “in crescendo” se va imponiendo en nuestras sociedades tolerantes de forma
alarmante, haciendo imposible la convivencia pacífica y, lo que es peor,
generando un caldo de cultivo en el que precisamente los ciudadanos pacíficos y
sensatos, es decir, la inmensa mayoría, se sienten acorralados y con miedo a
ejercer sus libertades, totalmente desprotegidos ante semejantes energúmenos.
Un ciclo perverso radicado en el fanatismo del tipo que sea para alimentar la
violencia como consecuencia práctica de su ideología del odio, lo que a su vez
alimenta el fanatismo de otros como reacción, haciendo imposible la convivencia
humana y la libertad individual y colectiva de los ciudadanos. O bien las
sociedades democráticas libres se plantean en serio el ejercicio legítimo de la
fuerza, radicado en los Estados (único ente que está legitimado para ejercer la
fuerza), con todo rigor y severidad de una vez por todas y, huyendo de
buenismos tolerantes e ingenuos, actúan sin... (sigue leyendo en
Blog Mi punto de vista, http://jorgecremades.blogspot.com.es/)
No hay comentarios:
Publicar un comentario