martes, 3 de noviembre de 2015

SEGUNDOS PACTOS DE LA MONCLOA


                        En 1977, en plena Transición, tan denostada por algunos últimamente, se firmaron en el Palacio de La Moncloa dos acuerdos, uno económico y otro político-jurídico, conocidos como “Pactos de La Moncloa”, entre el Gobierno de España en la Legislatura Constituyente, presidido por Adolfo Suárez, y los principales partidos políticos con representación parlamentaria, con el apoyo de las asociaciones empresariales y el sindicato CCOO (salvo algunas de sus secciones sindicales) y el rechazo de CNT y UGT, aunque éste último finalmente acabó firmándolos. Eran tiempos duros y difíciles en que España no sólo estaba sumida en la ruina económica, sino además amenazada seriamente por fuerzas totalitarias que se resistían al proceso democratizador que deseaba la inmensa mayoría de los españoles. El objetivo (además de contener la ruina económica) era simplemente, y nada menos a la vez, que afianzar la estabilización de un difícil proceso de transición al sistema democrático. Hoy, casi cuarenta años después en los que los españoles hemos vivido el mejor periodo histórico de una España positivamente transformada en todos los sentidos gracias a aquel acierto histórico, España, también en plena crisis económica, de la que intentamos salir con grandes sacrificios, se encuentra de nuevo seriamente amenazada por fuerzas totalitarias con idéntico objetivo liberticida; entonces, para impedir la consolidación de la democracia, hoy, ya consolidada, para acabar con ella, burlando la legalidad constitucional que, en vano, intentaron abortar para que los españoles siguiéramos siendo súbditos en vez de ciudadanos. Si entonces los liberticidas, minoría de españoles por poderosos y ruidosos que fueran, quedaron al margen del proceso democratizador, tengo la certeza de que hoy la inmensa mayoría de españoles apuesta decididamente por conservar y afianzar el sistema democrático, garantía de convivencia en paz y libertad, por lo que, ante las serias amenazas liberticidas, se requiere una especie de Segundos Pactos de La Moncloa que disipen, de una vez por todas, como entonces, la materialización de cualquier tentación minoritaria de imponer el totalitarismo como práctica política para consolidar cualquier proyecto de futuro. La Constitución surgida entonces gracias a aquel consenso democrático es inevitablemente la línea roja que nadie puede traspasar, por lo que actuar al margen de la legalidad democrática emanada de ella supone un verdadero golpe de Estado y requiere que... (sigue leyendo en

No hay comentarios:

Publicar un comentario