El presidente
norteamericano Barack Obama recibe por todo lo alto en la Casa Blanca a nuestro
Rey Felipe VI y, pudiendo eludir el problema soberanista catalán como asunto
interno de España, no tiene reparo alguno en proclamar en su presencia que “el
Mundo necesita una España fuerte y unida”, en clara referencia a la amenaza
independentista de Cataluña, mientras subraya la “gran amistad” entre ambos
países y elogia la recuperación española tras la “brutal recesión”, aunque
avisa de que queda “mucho por hacer”. Es obvio que, a diferencia de otros
tiempos, las relaciones internacionales actuales entre los Estados,
especialmente si son amigos o aliados, como es el caso, se basan en una
verdadera lealtad indiscutible, que garantiza beneficios comunes y objetivos compartidos
de paz y prosperidad. La vieja estrategia política del “divide y vencerás”
queda reducida pues a aquellos Estados manifiestamente enemigos, bastante
reducidos en un mundo globalizado. Es obvio que una España fuerte y unida, como
una UE con idénticas características, es mucho más positiva y beneficiosa para
todos, pues la debilidad y la desunión, sólo genera innecesarios problemas que
entorpecen la consecución de objetivos comunes en beneficio de todos. Pero,
lamentablemente, en España ya nos encargamos nosotros mismos de autoaplicarnos
la vieja estrategia del “divide y vencerás” por más que, desde el exterior,
nadie avale semejante anacrónico proceder. Así, los gobernantes
independentistas (y sus aliados) de una Cataluña, arruinada por su ruinosa
gestión, en la que sólo Grecia (con comedores en que la carne sigue siendo un
lujo) paga más intereses por su deuda, y
en situación económica de bono basura, hacen caso omiso (como si no fuera con
ellos) a las palabras de Obama (como a las del resto de gobernantes europeos),
rechazando decididamente el desafío secesionista, que perjudica a todos y
especialmente a los españoles catalanes, y, mientras Artur Mas dice que se
puede referir Obama a una futura España unida pero sin Cataluña (otro de sus
despropósitos), sus socios de la ANC prometen en campaña a los catalanes ser
españoles tras la independencia, iniciando así una estrategia de apoyo a la
lista en que se camufla Mas garantizando que en la futura República Catalana se
podrá mantener la nacionalidad española. ¿No es todo un despropósito
generalizado? Y mientras tanto, izquierda y derecha, desde Podemos al PP, todos
los partidos nacionales pugnan por el voto de los hijos de la inmigración,
siendo cada vez más profunda la fractura social catalana. Y luego nos
sorprendemos de que una familia haya denunciado el acoso escolar que... (sigue leyendo en
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