La ya conocida como
crisis de los refugiados en Europa está vertiendo ríos de tinta, no exento a
veces de un claro interés político partidario entre quienes tienen la
responsabilidad de gobernar y quienes están en la oposición, al margen del
color político de unos u otros en los distintos países de la UE, pues, en
términos concretos, el asilo político, un derecho reconocido
internacionalmente, cuando es masivo, como es el caso, genera no pocas
expectativas proselitistas en el electorado a base de demonizar las medidas y condiciones
concretas del asilado que cada gobernante decide o, por el contrario, a base de
proclamar a los cuatro vientos pero en abstracto ideas genéricas de solidaridad
sin límites por parte de los aspirantes a gobernantes. Dicho esto, en cada Estado
miembro de la UE, al margen de ideologías, quien gobierna tiene la patata
caliente de resolver un grave problema, rodeado de críticas y descalificaciones
por parte de quienes en vez de buscar acuerdos en beneficio de los migrantes
prefieren utilizarlo como arma arrojadiza para obtener rentabilidad política.
Si a ello añadimos que el polo de atracción es la UE, carente de políticas
uniformes al respecto, el problemón adquiere dimensiones insospechadas, pues
cada país, cada gobierno y cada sociedad ven el asunto de formas muy diferentes
y además tienen capacidades bien distintas para afrontar el asunto. Así,
mientras la UE intenta restablecer la unidad interna sobre las cuotas de
refugiados (hay una cumbre de Ministros de Interior para cerrar los cupos),
Alemania y su Gobierno, con Merkel a la cabeza, tras admitir a miles y miles de
refugiados, que incluso expresan su deseo de ser asilados allí en vez de en
otros lugares, impone frenos fronterizos ante la llegada masiva de ellos (y los
que están a la espera), reponiendo los controles en el límite con Austria tras las
quejas, más que razonables y razonadas, de Múnich, ciudad desbordada por la
situación. Y mientras Alemania cierra sus fronteras del sur e impide la llegada
de trenes austriacos para presionar a sus socios, por semejante aluvión,
advirtiendo Berlín que “no somos el principal responsable de protegerlos”,
Peter Sutherland, representante especial de la ONU para las Migraciones, afirma
que “la respuesta de Europa a la crisis migratoria ha sido inadecuada”, y,
aunque elogia las propuestas de la Comisión Europea para acoger en la UE
120.000 refugiados más, estima que algunos líderes políticos han reaccionado de
forma “insuficiente”. Sin duda la clave es... (sigue leyendo en
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