Con absoluta impunidad
sigue Artur Mas mintiendo y despilfarrando a diestro y siniestro sin que el
Estado de Derecho sea capaz de frenar democráticamente semejante osadía
intolerable. La Generalitat, que dirige Artur Mas, reclama a las embajadas
apoyo para la secesión y usa dinero público sin recato alguno para apoyar en
Europa a Junts pel Sí, como en los mejores tiempos del régimen franquista, pues
el Servicio Exterior de la Generalitat defiende el plebiscito (ilegal a todas
luces) y promociona la coalición unitaria (lo más parecido al partido único)
ante los parlamentarios de la UE como única opción el 27-S, mientras que la
Junta Electoral condena a TV3, la televisión pública catalana (pagada con
dinero de todos) por la cobertura de la Diada. En definitiva, sólo en su
fracasada acción exterior (las opciones totalitarias en Europa y el mundo
civilizado sólo pueden suponer un fracaso) Artur Mas dilapida unos 90 millones
de euros que bien pudieran servir para mejorar la situación de muchos catalanes
que lo están pasando mal, para sanear la economía y las cuentas de la
Generalitat o para otros asuntos que redundaran en beneficio de la mayoría de
los ciudadanos. Y todo este despilfarro de dinero público, para colmo, es vendido
a la ciudadanía con mentiras y despropósitos inaceptables, el último de ellos,
recogido en uno de los 20 mensajes enviados por la Generalitat para hacer
proselitismo, afirmando que “Cataluña fue absorbida por España en contra de su
voluntad”, lo que no se sostiene con el mínimo rigor histórico y, en todo caso,
no justificaría el antidemocrático reto independentista en un Estado, el
español, que está entre los tres o cuatro más descentralizados del mundo,
gozando sus gentes en sus diversos territorios de amplios autogobiernos y, como
debe ser, de las singularidades culturales y sociales que les son propias. Por
ello es chocante que, a estas alturas de la película, nada menos que 25 ex
ministros (pertenecientes al PP, PSOE o UCD, los partidos que han gobernado la
España democrática actual) respalden, como si no estuviera más que garantizada,
la “singularidad catalana” al firmar un manifiesto en el que abogan por debatir
dicha cuestión (como si no estuviera más que debatida), aunque, eso sí,
pidiendo el derecho a decidir “entre todos”, es decir, retórica y retórica que
sólo favorece a las quiméricas pretensiones de Artur Mas cuyo derecho a decidir
nada tiene que ver con el obvio derecho soberano del pueblo español que, en
todo caso, no tiene necesariamente que ir en la dirección de desmantelar el
Estado sino todo lo contrario. ¿No sería más razonable manifestar sin tapujos
que lo que pretende más es simplemente una quimera antidemocrática y
totalitaria? Entretanto, Bruselas da un portazo final al president de Cataluña
reiterando, como han hecho todos los mandatarios democráticos, que Cataluña
saldría de la UE (frente a lo que sostiene Mas y los independentistas que le
apoyan) si rompe con España, mientras Margallo y Junqueras se disponen a un
interesante debate sobre el 27-S en el que Margalló hablará en español y
Junqueras en catalán, las dos lenguas oficiales de Cataluña que todos
debiéramos defender. Y para aclarar la situación y que nadie se lleve a engaño,
la Comisión Europea acaba de... (sigue leyendo en
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