Las palabras de Manuela
Carmena me han retrotraído a la campaña de elecciones generales de 1993 en la
que, como en las tres anteriores, yo era candidato por Alicante al Congreso de
Diputados en la lista del PSOE. Eran tiempos difíciles y los socialistas éramos
conscientes de la pérdida de confianza hacia nosotros por buena parte de los
ciudadanos especialmente por una serie de asuntos feos de corrupción, por
comportamientos poco decorosos por parte de algunos compañeros y obviamente por
el natural desgaste de estar gobernando desde el año 1982. Y ante la incertidumbre
de los resultados la Ejecutiva socialista tuvo la brillante idea de fichar a
una serie de “estrellas” y “estrellitas” en muchas circunscripciones ajenas a
la militancia socialista que muchos de nosotros llevábamos con mucha honra
desde hacía ya muchos años. El ejemplo más paradigmático, pero no el único, era
el juez Baltasar Garzón que, como número dos por Madrid, justo detrás de Felipe
González, relegaba en la lista a históricos compañeros socialistas de casi toda
la vida como Javier Solana, entre otros. Y en semejantes circunstancias, lo más
doloroso era tener que soportar en los mítines a personajes de tu candidatura
que manifestaban a diestro y siniestro “yo no soy socialista” para mayor
escarnio de los compañeros que estábamos orgullosos de proclamar a los cuatro
vientos nuestro orgullo de ser socialistas. En fin, consecuencias del pragmatismo;
¡qué le vamos a hacer! Al final, a pesar de todo, se ganaron las elecciones, no
con mayoría absoluta, y, a pesar de una sustancial pérdida de apoyos, el PSOE
pudo seguir gobernando hasta 1996, pero aquella siniestra campaña en la que
casi se incitaba a los socialistas pedir perdón por serlo ante el fichaje de
los “salvadores” dejó marcados a muchos socialistas, entre los que me
encuentro, para toda la vida, pues lo peor que un político puede hacer es
renegar, ocultar o esconder su ideología, en vez de dar la cara, con los
aciertos y errores, ante la ciudadanía. De lo sucedido al PSOE desde entonces,
mejor ni hablamos. Pues bien, las palabras de Carmena me han transportado con
cierta amargura a aquellos años. Dice la alcaldesa madrileña, tras prohibir el
Ayuntamiento rodar un anuncio a Coca-Cola por el conflicto laboral de la
empresa... (sigue leyendo en
Blog Mi punto de vista, http://jorgecremades.blogspot.com.es/)
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