Las reacciones ante la
inhabilitación de Otegi para ser candidato a lehendakari debieran hacernos
reflexionar a todos los demócratas y en una estrategia común desenmascarar a
los partidos, grupos y grupúsculos que al efecto se colocan al otro lado de la ley
y, por tanto, en contra del Estado de Derecho que, entre otras cosas, garantiza
sus libertades y legitima su existencia. En efecto, como era de esperar, la
Junta Electoral de Guipúzcoa ratifica por unanimidad la sentencia de la
Audiencia Nacional, que inhabilita al abertzale hasta 2021 y Bildu impugnará la
decisión con arreglo a lo establecido para que finalmente decida el Tribunal
Constitucional. Hasta aquí, todo normal, si es que se considera normal que un
partido político proponga a semejante personaje como cabecera de lista. Lo
anormal, democráticamente hablando, es la reacción de algunos líderes políticos
que, saltándose por alto el Estado de Derecho y el Imperio de la Ley, esencial
en cualquier Estado Democrático, se echen al monte y, en vez de decir “no” a
Otegi, un delincuente condenado y sin cumplir la condena en su totalidad, no
defiendan el Estado de Derecho y además arremetan contra él, evidenciando su
talante totalitario. Es intolerable, desde el punto de vista democrático, que
los líderes de Unidos Podemos vean la inhabilitación de un condenado por la
Justicia como “una mala noticia” y una “cacicada”; o que Domenech, líder de En
Comú Podem, manifieste que “es la ciudadanía vasca quien decide si Otegi es
diputado o no”, en sintonía con Errejón, entre otros; o que Alberto Garzón, que
es quien lo califica de “cacicada”, diga que la inhabilitación es “impropio de
un país que se dice democrático”; o que la Secretaria de Podemos Euskadi diga
que la sociedad vasca “no necesita tutelas”; o que el mismísimo PNV apoye la
candidatura de Otegi. Estas son, entre otras, las barbaridades totalitarias
simplemente porque el Estado de Derecho que les legitima decide aplicar una
sentencia judicial. Para todos estos personajes políticos, ahora resulta que
“cumplir y hacer cumplir la ley”, como es su obligación, es una “cacicada”,
“mala noticia”, “impropio de un país democrático” o tutelar a la sociedad. Cabe
preguntarse cómo sería la convivencia, la paz o la libertad en el hipotético
Estado que preconizan. En fin, sin más comentarios, innecesarios para cualquier
demócrata de cualquier lugar del mundo. Sólo PP, Ciudadanos y UPyD se han
puesto frontalmente a favor de que se cumpla.... (sigue leyendo en Blog Mi punto de vista, http://jorgecremades.blogspot.com.es/)
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