Es obvio que, ante
cualquier acontecimiento, circunstancia, suceso o hecho, en cualquier orden de
cosas o faceta de la vida, cabe posicionarse de tres formas distintas: o lo
apoyas, o lo rechazas, o te es indiferente. En política no podía ser menos. Por
tanto, ante la inminente sesión de investidura de Rajoy o cualquier posterior
propuesta parlamentaria, sólo cabe apoyarla con un “sí”, rechazarla con un “no”
o abstenerse, que, obviamente, ni supone apoyo ni rechazo, aunque también
comporte consecuencias pues la abstención no tiene por qué ser neutra o
indiferente. Simplemente supone dejar las cosas como están sin mi apoyo o
rechazo. Es así de fácil o sencillo de entender, al igual que, salvo el “no”,
que supone un rechazo rotundo sin necesidad de negociación alguna, tanto el
“sí” como la abstención, pueden ser o no, como es obvio, producto de una previa
negociación con una determinada finalidad. Si limitamos el concepto de
abstención a la ciencia política, es el acto por el que un votante potencial
decide no ejercer su derecho al voto en elecciones (generales, territoriales o
locales) o en procedimientos parlamentarios, como es el caso, cuando, estando
presente, decide no votar o intencionadamente abstenerse cuando existe
expresamente dicha opción y, en ambos supuestos, el abstencionista ni apoya ni
rechaza el asunto tratado, pues simplemente se atiene al resultado mayoritario
resultante de quienes sí votaron y optaron por un “sí” o “no” a lo propuesto. Conviene
pues que todos conozcamos el significado exacto de abstenerse ya que, a mi
juicio, se intenta confundir a la opinión pública ante la hipótesis de una
abstención por parte del PSOE, o de cualquier otro partido, de la que, obviamente,
depende... (sigue leyendo en Blog Ojo crítico, http://jcremadesena.blogspot.com.es/)
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