Demasiado pronto, para
sus propios intereses, se ha quitado la careta la nueva casta podemita, que en
muchos aspectos negativos ya supera con creces a la vieja casta de los partidos
tradicionales, especialmente en cinismo, incoherencia, demagogia y contradicciones,
mientras afloran “in crescendo” sus incipientes conductas impresentables,
cuando no fechorías que rayan lo delictivo. En tiempo record, desde que han
tocado algo de poder real (imaginen si llegan a tocar más), gracias en buena
parte a la absurda e incomprensible colaboración del PSOE, los hechos
demuestran que su objetivo no es erradicar de la democracia española, que ellos
llaman régimen, ni nepotismos, ni enchufes, ni contratos laborales irregulares,
ni fraudes a Hacienda, ni apropiaciones indebidas, ni incumplimientos de
contratos, ni incompatibilidades, ni machismos, ni violencias, ni tantas otras
conductas reprobables y poco éticas, cuando no delictivas. Seguramente no
entendimos bien su mensaje y, por lo visto, el objetivo no era borrar estos
indecentes comportamientos de la práctica política, sino arrebatárselos a la
vieja casta para que la nueva casta, es decir, la de ellos mismos, se los
apropiara o, al menos, los compartiera con ella, con la agravante incluso, como
si fuéramos idiotas, de añadirle la desfachatez de justificar los suyos e
incluso aplaudirlos, cuando la vieja casta, al menos, si la pillan in fraganti,
no es tan osada y simplemente suele hacer mutis por el foro y, a lo sumo,
recurre a la socorrida presunción de inocencia (sólo aceptable en el terreno
judicial) para eludir las responsabilidades políticas susceptibles de una
manifiesta presunción de indecencia, pero sin vanagloriarse por ello ni
intentar justificarlo. Ahora ya vamos... (sigue leyendo en
Blog Ojo crítico, http://jcremadesena.blogspot.com.es/)
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